La audiencia de Cuentos chinos cada día es peor. "¿Ya tenemos merchandising? Mucho nos hemos precipitado, ¿no?", soltó Susi Caramelo este miércoles cuando vio la taza del programa que Jorge Javier tenía en su mesa. Ni a los colaboradores se les escapa que la situación es crítica. Tampoco al presentador, que admitió el batacazo nada más ver los datos del primer día. En ese momento no sabía que todo iba a ir a peor. ¿Cuánto le queda a Cuentos chinos? ¿Tiene solución? ¿Lograrán resucitarlo o se irá de viaje definitivamente? ¿Cuáles siguen siendo sus principales problemas?
¿De qué va el programa?
El propio Jorge Javier explicó que cuando llegó a casa tras el estreno confesó a su ex que no sabía de qué iba el programa. Ese es uno de los principales problemas de Cuentos chinos, que a veces juega a El Hormiguero, otras Zapeando, pero se queda en Pecado original o Tonterías las justas. Intentan un humor forzado, encorsetado y extremadamente guionizado. Muy poca naturalidad y nada de surrealismo, que es donde mejor se mueve Vázquez y La Fábrica de la Tele.
Ritmo atropellado y caos en el plató
El primer día el programa fue una sucesión interminable de secciones, colaboradores, vídeos... que resultaba realmente agobiante. Ese ritmo caótico ha bajado, pero todavía falta calma y sosiego, que no tiene nada que ver con el aburrimiento. El Hormiguero, por ejemplo, tiene un gran ritmo pero hay momentos extremadamente apacibles donde el presentador pregunta y el invitado responde de forma completa. Las acciones se desarrollan de principio a fin sin generar una sensación de estrés en el espectador. ¿Y los silencios? Cuentos chinos no es Sálvame, ni quiere serlo, pero este programa nos enseñó que los silencios también son importantes en televisión y aquí no se respetan.
Jorge Javier no es Jorge Javier (y no escucha)
La sensación de velocidad que siente el espectador la sufre también el propio Jorge Javier, que termina contribuyendo a agrandarla con esas prisas por dar cabida a todo en tan poco tiempo. Sabe que tiene que ir rápido, se agobia y acaba siendo molesto para el público. Cuando entrevista, pregunta con insistencia y corta las respuestas para meter cualquier apunte. La sensación es que está sobreactuado, no escucha al invitado y lo deja a medias. Se vio el lunes con y el miércoles cuando preguntó a Prince Royce en qué momento se había dado cuenta que podía vivir de la música. No lo terminó de contar porque Jorge Javier cambió de tema.
El confuso cóctel de secciones y colaboradores
La carrera de colaboradores que fue el estreno de Cuentos chinos también se ha rebajado ligeramente, pero sigue siendo una mezcla desordenada y sin un objetivo claro. Si lo comparamos con El Hormiguero, el propósito de Motos es que todas las acciones que sucedan en el plató estén dirigidas a que el invitado participe. Sin embargo, en el programa de Telecinco funcionan como una sucesión de parches para mostrar caras y contenido que no forma parte de una misma estructura.
Invitados que no tiran
Los invitados son otro de los problemas de Cuentos chinos y la demostración de que las estrellas con millones de seguidores en Instagram no tienen por qué funcionar en televisión. El programa se estrenó con Mau y Ricky, estrellas para un público determinado pero auténticos desconocidos para otros. Lo mismo ocurrió con Prince Royce este miércoles. Bien es cierto que Bárbara Rey tampoco funcionó el martes, a pesar de que el tono de la entrevista fue 'corazonera' con preguntas sobre su relación con el rey Juan Carlos. Quizá fue la mejor forma de demostrar que los invitados de Cuentos chinos son solo una pequeña parte del problema.
¿Puede resucitar 'Cuentos chinos'?
Los programas no son como empiezan, sino como terminan. Todos evolucionan y eso lo sabe bien La Fábrica de la Tele, que levantó Aquí hay tomate cuando casi estaba muerto, aunque tiene otros formatos que no tuvieron esa suerte (Las gafas de angelino). Nadie duda de que el ingenioso y hábil equipo de Cuentos chinos seguirá introduciendo cambios en los próximos días, porque solo reformulando sus contenidos y la estructura puede salvarse. Una entrevista a Ana Rosa o la reaparición de Belén Esteban y el resto de la troupe de Sálvame puede que sea la única forma de, al menos, cambiar la tendencia negativa del formato.
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