El último capítulo de Succession se llama 'Con los ojos abiertos'. Y hay que tenerlos así en un mundo que se mueve a golpe de puñaladas traperas. Esa es la sangre envenenada que corre por las venas de los Roy, la misma que ha bombeado los despachos de Waystar en las cuatro temporadas de esta genial serie de HBO Max que, simplemente, muestra cómo se mueve el mundo a nuestro alrededor: traiciones, alianzas inesperadas, cruce de intereses y el ascenso de los más mediocres.
No sigas leyendo si no quieres saber cómo termina la mejor serie del momento. Y no es una exageración. La última temporada de esta producción nos ha dado momentos absolutamente gloriosos a propósito de la batalla que los tres hermanos, Kendall, Siobhan y Roman (a Connor lo dejamos pensando en Eslovenia), han librado por la sucesión tras lo que pasó en el tercer episodio. Lo que pasó dejó a todos en shock y, de momento, no vamos a recordarlo para proteger a los lectores que no hayan podido resistirse a seguir leyendo este artículo 'Con los ojos abiertos'.
Lea también: Sarah Snook desvela que ha sido madre el mismo día del final de 'Succesion': "Ahora mi vida ha cambiado"
Los tres protagonistas llegaron al capítulo final divididos. Shiv estaba aliada con Lukas Matsson después de cerrar un acuerdo para la venta de Waystar a GoJo a cambio de ser ella la nueva consejera delegada. Al menos es lo que creía cuando trataba de reunir los apoyos necesarios del consejo de administración frente a la corriente que defendían sus hermanos, decididos a quedarse con su empresa. Todo salta por los aires cuando Greg -su papel secundario es fundamental en toda la serie- se entera de que Lukas pretende traicionar a Shiv y elegir otro CEO para la empresa. Él también juega sus cartas y quiere apuntarse un tanto filtrando la información, no a Shiv, sino a Kendal. Apuesta por él y se la juega, porque otra de las cosas que enseña Succession es que ese tipo de adhesiones pasan factura en algún momento, sobre todo si unes tu destino a la persona equivocada.
Es en ese momento cuando los tres hermanos vuelven a formar un único bloque: deciden no vender y aceptan ungir a Kendal -"¡Cena digna de un rey, cena digna de un rey!"- como el sucesor. Pero todavía queda la traca final. Una bomba que tiene nombre: Tom. Un mediocre y pelota -suele ir unido- dispuesto a recibir todos los palos, amortiguar los golpes de su jefe, hacer el trabajo sucio y dejarse manipular sin dar muchos problemas. Y Tom -hay muchos Tom repartidos por el mundo- es el hombre perfecto para ello. "Vamos a dejar la empresa en los huesos", le dice Lukas cuando se reúne con él para proponerle apuñalar a Shiv y ser el nuevo CEO. "Necesito un absorbehostias". Tom le deja claro lo que es. Su forma de venderse es cruda, pero efectiva. "Yo recorto gastos y obedezco al jefe. Me dedico a cortar cabezas y cosechar ojos", presume. Y sube la apuesta. "Tengo una alta tolerancia al dolor y al malestar físico". A Lukas le gusta escuchar esas palabras, pero no le pilla de sorpresa porque, sin saberlo, Shiv ya le había hablado de las cualidades de su marido: "Tom se la chupará a la polla mayor".
Shiv, humillado tras el 'pacto de Checoslovaquia' con Tom: así es el final de 'Succession'
El acuerdo entre ellos está cerrado y cuando Shiv se entera, estalla. En un principio quiere asegurarse de que la venta no sale adelante y los números dan para que los hermanos triunfen. Pero la propia Shiv se echa para atrás en el momento final, cuando su voto era el decisivo y el único que faltaba. De pronto, recula y cambia de opinión. No quiere que Ken -un niñato como todos ellos- se haga cargo de la empresa -"Te quiero mucho pero no te soporto"- y opta por abrir un bonito melón: no puede ser el CEO porque cometió un asesinato en el pasado. Roman también se echa al cuello de su hermano mayor en la enésima puñalada de la serie y le recuerda que sus hijos no son suyos; uno es "comprado" y el otro, vete a saber. Si hay que elegir a alguien, optará por Shiv, que está embarazada y dará un 'sucesor', dando a entender que la famiglia es lo primero.
Es probable que a Shiv se le 'abran los ojos' en ese momento y finalmente vota a favor de la venta. En ese juego de tronos continuo, entiende que es mejor que el poder quede en su casa, con el padre de su hijo, a que lo ejerza una mente desequilibrada como Ken. Pero, ciertamente, el final es bastante humillante para ella, una mujer que aspiró a todo y que tiene que tragar el sapo de ver a su ¿marido? -se habían prometido un divorcio "como Checoslovaquia"- en lo más alto de la empresa.
"El paleto te ha pisoteado", dice Roman en un momento del capítulo final de la serie. Y así es. Vence el mediocre -todos lo son, en realidad- que estuvo en el lugar adecuado en el momento en el que se le necesitaba. El pelota dispuesto a todo. La marioneta accesible que no da problemas. Lejos quedan los deseos de Carol, de RRPP, cuando pronuncia su romántico deseo de "acabar con la cultura de las puñaladas traperas" en la empresa.
Los últimos segundos del capítulo final de Succession son todavía más duros para Shiv, que acaba en el coche de Tom. Él le tiende la mano de forma literal y ella, a regañadientes, posa la suya encima. Es su forma de tocar poder y, probablemente, de continuar con esa farsa de pareja que en algún momento pudo tener algo de real. Peor es la despedida de Kendall, abatido y completamente anulado, sin su juguete, deambulando por las calles de Nueva York y vacío de toda esa mala baba, marca de los Roy, que le hacía vivir.
