Telecinco no está para más problemas. Bastante tiene con el bajón de audiencia como consecuencia del tratamiento tan radical y poco partidario del documental de Rocío Carrasco como para complicarse la vida con más contratiempos. Los realities están siendo un poco su tabla de salvación. Supervivientes ha amortiguado la caída en las cifras del share y ahora se van a aferrar a Pesadilla en el paraíso, el nuevo reality de famosos (aunque a la mitad de los concursantes no les conoce nadie).
Meten gente joven, guapa, con las hormonas en su punto álgido y les organizan fiestas donde se les proporciona agua con misterio para alegrarles la existencia. Encima, se suma que van a vivir en condiciones extremas y situaciones desagradables que pueden ocasionar mucha tensión entre los concursantes. Vamos, momentos que podrían ocasionar situaciones inapropiadas, inadmisibles e intolerables. Y eso lo saben bien por experiencia los responsables de los realities de Mediaset. No quieren que se vuelvan a producir episodios de violencia física o verbal como ha ocurrido en años anteriores o, peor aún, otro 'caso Carlota', unos hechos que se encuentran en proceso judicial por los supuestos abusos sexuales que se produjeron en Gran Hermano 2017.
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Es por ello que Pesadilla en el paraíso será grabado. Quieren tener un control total y absoluto de lo que se emite. Nada de sorpresas. En esta ocasión no se emitirá en streaming a través de Mitele, la plataforma digital de Mediaset. Lo único que se verá en directo desde el interior de la granja serán las galas, donde todo está más organizado y controlado y es inviable que se den esas situaciones que quieren evitar que lleguen a la audiencia.
Pero no solo eso. Según ha podido saber Informalia, los concursantes han tenido que firmar una "cláusula de buen comportamiento" por la que se comprometen a no agredir ni faltar al respeto a otros concursantes. De esta manera no asumen ellos la responsabilidad de manera directa en caso de problemas y se guardan el derecho de expulsión inmediata en caso de incumplirse la cláusula.
El caso de Carlota Pardo, ocurrido en 2017, hundió un formato como Gran Hermano, que tantas alegrías dio a la cadena de Vasile. Solo en su estreno, en el 2000, superó el 36% de audiencia y en sus sucesivas ediciones, hasta 18, también resultó un éxito. Una gallina de los huevos de oro que nutría la parrilla de Mediaset y que, de la noche a la mañana, desapareció tras la denuncia de Carlota Prado por presunto delito de abuso sexual ocurrido en la casa de Guadalix y grabado, que está todavía por juzgar.

El acusado, uno de sus compañeros y por aquel entonces novio de Carlota, José María López Pérez, se enfrenta, a petición de la Fiscalía, a una pena de dos años y seis meses de cárcel y una indemnización de 6.000 euros por los daños morales causados a la víctima, idéntica cantidad que le reclama a la productora del programa, Zeppelin, por los daños ocasionados a raíz de la exhibición a la perjudicada de las imágenes grabadas. El juicio se celebrará el próximo mes de octubre.