TVE emitirá la final de la Champions League que se disputa en mayo. La máxima competición de fútbol entre clubes regresa a la cadena siete años después, aunque solo sea por una noche. Muchos aficionados estarán contentos de poder ver en abierto un partido de tal relevancia. También estarán eufóricos si la Corporación se hace finalmente con los derechos del Mundial de Qatar. Pero, ¿es esta la solución que necesita la cadena pública para volver a ser relevante y taponar una sangría de audiencia que sufre desde hace meses?
TVE está atravesando su peor momento. A día 14, registra un 8,3% en el acumulado mensual. De seguir así, será el peor febrero de toda su historia. Enero ya fue catastrófico (8,9%, el peor dato de todos los tiempos en ese mes). Y 2021, en general, mejor olvidarlo: la cadena pública fue incapaz de alcanzar los dos dígitos en ninguno de los 12 meses del año y hubo momentos especialmente críticos, como el raquítico 8,1% que firmó en junio, el peor mes de La 1 desde que se tienen registros.
Es un hecho que TVE tiene un problema claro de audiencia y también de desconexión con el público. Solo consigue convocar a las masas con Masterchef o eventos especiales y muy puntuales, ya sean deportivos o musicales. El Benidorm Fest, por ejemplo, dio la sorpresa y regaló un 20% a La 1, mientras que la gala de los Goya rozó el 23%. Las Campanadas de Fin de Año también son un valor seguro, aunque la pasada Nochevieja perdió por primera vez contra Antena 3. Otro palo.
La final de la Champions League asegurará un buen chute de audiencia esa noche, del mismo modo que Eurovisión arrasará como cada año en ese mismo mes de mayo. ¿Y luego qué? La audiencia de La 1 está lastrada por una parrilla desdibujada que no consigue enganchar de un modo continuo y estable en ningún momento del día. Y ahí está el problema de fondo.
Por la mañana, La 1 está completamente descabalgada frente al tirón y la penetración que logran Telecinco y Antena 3. La hora de La 1 al menos alcanza el doble dígito, pero Marc Sala y Silvia Intxaurrondo no logran repercusión que sí consiguen El programa de AR o Espejo público. Mejor contigo, el espacio que presenta Ion Aramendi, lleva tiempo hundido y tiene los días contados. Los hermanos Torres tomarán su relevo al mediodía.
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Las tardes son incluso peores. Servir y proteger, Dos vidas (ahora sustituida por la miniserie británica Victoria a modo de parche) y España Directo no tienen nada que hacer, con datos que se mueven entre el 6% y 7%. Solo Aquí la tierra cumple y es el programa más competitivo (el que más share consigue) de la parrilla de La 1, por encima de la media, con más de un 10%.
Patinazos en prime time de los estrenos de este 2022
El prime time, por su parte, está en horas más que bajas. En este arranque de año, La 1 ha estrenado La noche de los cazadores (8% este lunes), la serie Sequía (6,2% el pasado martes) y dos programas que prometían ser grandes bazas: Las tres puertas y Las claves del siglo XXI. El espacio de entrevistas de María Casado apenas rascó un 4,9% el miércoles y el debate de Javier Ruiz se desplomó el viernes pasado hasta el 3,5% de cuota media.
Además de la fina de la Champions, TVE también quiere hacerse con los derechos del Mundial de Qatar y ha comprado recientemente los partidos de la selección de baloncesto para los próximos años en una iniciativa liderada por el presidente de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, que quiere que la cadena pública vuelva a acoger las grandes competiciones deportivas.
Hasta ahora, además de los JJOO, TVE emite los partidos amistosos de España y los clasificatorios hasta el Mundial de Qatar gracias a un acuerdo cerrado en 2017 por José Antonio Sánchez. Cuando hay alguno de esos encuentros, obviamente, la cadena vive algún día de gloria. En noviembre, por ejemplo, el España-Suecia reunió más de 6,5 millones y un 37,5%. Una lluvia de share para la cadena pública, sí, pero al día siguiente vuelve a darse de bruces con la realidad de una sequía de share realmente preocupante. Ante esta situación, ¿debe TVE concentrar sus esfuerzos en comprar grandes eventos que solo le permite alegrías fugaces para maquillar sus datos? ¿Es pan para hoy y hambre para mañana? ¿O tal vez una forma de volver a conectar con un público que se fue y que solo regresa si se le ofrece algo realmente llamativo?