La periodista sevillana que falleció este miércoles en Madrid a los 69 años fue diagnosticada de cáncer de pulmón en junio de 2020 pero 13 años antes de su adiós, el día 23 de enero de 2007, Mila Ximénez recibió una llamada que le hizo "brincar el alma" y cambió su vida para siempre.
Se refería al nacimiento de su primer nieto, Alexander, hijo de Alba Santana y Aviv Miron. Años después, Ximénez recordaba uno de los días más felices de su vida y escribía esto: "Quiero que mi nieto lea esto cuando yo ya no esté". Esta carta fue enviada a Lecturas el 20 de enero de 2016 y solo cinco años después ya no está entre nosotros.
Mila recibió aquella noticia de que se había convertido en abuela, descubriendo la razón por la que no estuvo junto a Alba en el parto: "¡Mamá!¡Ya está aquí Alexander!", le había dicho su hija.
"Alexander olía igual que Alba cuando nació. Abrí la puerta de la habitación y olí el mismo perfume que cuando nació mi hija. Y además tenía la magia de ver a esa niña sosteniendo en brazos a Alexander, su primer hijo. No se podía ser más feliz. Toda la estructura de mi vida se volvió a colocar. Y en segundos se estaba convirtiendo en un edificio sólido y lleno de luz. Han pasado nueve años y cada día que miro a Alexander recuerdo con la misma intensidad el primer día que le cogí en brazos. Temblaba como cuando era niña y abría mis regalos de Reyes. Así que, este es mi homenaje a mi nieto. Quiero que cuando yo ya no esté, pueda leer esto, y saber que cada día que me oprime, suelto lastre y sigo caminando. Porque al final de cada recorrido siempre están ellos esperándome en la meta".
"Hay una pregunta que Alexander me hace con frecuencia: 'Abuela, ¿tú en qué trabajas?'. Y yo respondo: 'En la tele. ¿Me ves, no?". Y él me dice: 'No. Yo te veo hablar con tus amigos, pero trabajar, no. Entonces yo me cuelo en esos ojos azules y le sonrío'.
"Me gustaría contarlo de forma que sintieran incluso mis latidos cuando oí la voz de Alba, mi hija", explicaba Mila. "Alba procura evitar mi presencia en momentos tensos", aconsejaba a su única hija.
"Estoy segura de que el taxista que me llevó ese día a la clínica Ruber no habrá olvidado fácilmente la pesadilla de ese trayecto. En vez de respirar, yo convulsionaba y le decía cada 30 segundos: '¿Está seguro de no haber cogido el trayecto más largo? No me suena nada este camino'. Y me revolvía en el asiento hablando con un enemigo imaginario que me ponía zancadillas para llegar más tarde a la meta más feliz de una vida que empezaba a sonreírme por fin. El taxista me miraba por el retrovisor temiendo que le cogiera del cuello y le asfixiara lentamente, como una asesina en serie. "¡Por favor! ¿Se puede tranquilizar, señora? Va a sufrir un infarto". Pero lo cierto es que temía sufrirlo él".
"Cuando aquel me soltó en la puerta del hospital estuvo a punto de arrancarme un abrazo. Me contuve. Si hago un gesto más su corazón no lo habría soportado. Así que yo, a lo mío. A trotar por los pasillos con la misma cara de loca con la que me bajé de ese trayecto, que viví como un secuestro. Os preguntaréis por qué no estaba en el momento del parto. Alba procura evitar mi presencia en momentos tensos. Y ahora habéis entendido por qué. Soy nula para mantener la calma. La mía, y sobre todo las de los demás", admitía la mujer con más carácter que ha pasado por Mediaset.