La moda y sus tendencias siempre ha sido un reflejo palmario de la sociedad. En sociología, la moda se concibe como el proceso de transformación que no cesa y de tendencia gradual de las preferencias de los miembros de una sociedad determinada en todo tipo de ámbitos. Un concepto que se ve claramente representado en la evolución de la ropa de mujer.
Desde la creación de la minifalda en los años 60 -con una patente que se disputa entre Mary Quant y el francés Courrèges-, han sido muchos los diseños y tendencias que han materializado la lucha por la liberación femenina. Y en los últimos años, si hay una prenda que cada vez conquista más terreno es la braga de bikini brasileña, aquella que está entre la braga clásica y el tanga.
Fue entre finales de los 80 y principio de los 90 cuando esta sugerente prenda se popularizó en nuestro país, con mujeres de todas las edades luciéndola en playas y piscinas. Como los comienzos nunca son fáciles, al principio a muchas personas les resultaba "extraño", o quizás algo escandaloso, poder ver al descubierto tanta parte del glúteo, pero pronto se normalizó, y esta moda ha ido creciendo con los años.
Y es que, la popularidad que nunca pudo conseguir el bikini-tanga, que aún lucha por hacerse un hueco que no llega a aparecer, la consiguió en un abrir y cerrar de ojos esta pieza, que aglutina una mezcla perfecta entre diseño y comodidad.
Uno de los motivos más evidentes del buen recimiento de esta prenda es, sin duda, la liberación del cuerpo de la mujer. Además, el hecho de tener una menor marca del sol en la zona del culo y lo favorecedor que es el patrón de este diseño ha impulsado aún más su uso.
Sin embargo, como las tendencias son caprichosas, es interesante observar que la braga brasileña está viviendo su época dorada a la misma vez que el topless es cada vez menos frecuente. Así lo aseguraba un estudio realizado en 2019 en Francia por François Kraus, que revelaba que solo a un 2% de las francesas menores de 25 años hacía topless en público y menos del 20% de las francesas mayores de 50 años optaba por quitarse la parte de arriba del bikini en la playa. Según apuntaba el estudio, el acoso, la falta de confianza y, principalmente, el temor por su salud son algunas de las causas por las que se mostraban más reticentes con esta práctica. Una teoría que contradice, no obstante, la creciente tendencia de usar bikinis que muestren mayor parte del culo.
Pero la explicación podría ser otra. Según explica la socióloga Patrícia Soley-Beltrán en una entrevista con El Mundo, con el topless el objetivo no era "ser sexy, sino liberar el cuerpo". Sin embargo, los bikinis brasileños permiten "mostrar de un modo sexy una parte de la anatomía femenina sin incurrir en algo que todavía se percibe como transgresor: mostrar el pecho desnudo". Por lo tanto, la braga brasileña se ha ubicado en un lugar cómodo entre el empoderamiento femenino, lo sexy y lo socialmente aceptado, que ha conseguido catapultar su éxito.
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