Los trenes hace mucho que ya no circulan a base de carbón en España, donde este año ya no se extrae ese mineral, y sin embargo los Reyes Magos llegan cargados de carbón para la Renfe porque nuestros ferrocarriles cada vez reciben más quejas. El ministro Ábalos comparece en el Congreso por culpa del escándalo de los trenes en Extremadura, donde decenas de pasajeros durmieron el Fin de Año en los vagones, parados una noche entera, en medio del frío; y ahora a quien ha cabreado Renfe, entre otras muchas víctimas, es a Julia Otero, cuyo viaje de vuelta de vacaciones de Navidad es una pesadilla inexplicable o al menos inexplicada.
Cabrear a la presentadora que cada tarde aglutina a medio millón de oyentes en su programa de Onda Cero es aún peor que hacerlo a gente anónima porque sus quejas se oyen mucho, y muy lejos. Julia Otero (Monforte de Lemos, Lugo, 1960) regresaba a Barcelona, la ciudad en la que vive desde que tenía tres años, en un tren y nos encontramos con este mensaje suyo desde "la mitad de nada": "Debiéramos estar en Bcn hace 20 m. pero estamos tirados en mitad de la nada, en los Monegros, desde hace 1 hora. Despues de 13 horas de tren, ¿Alguna explicación, sres de ??@Renfe?? ?¿Nadie capaz de dar información a los pasajeros?".
Debiéramos estar en Bcn hace 20 m. pero estamos tirados en mitad de la nada, en los Monegros, desde hace 1 hora. Despues de 13 horas de tren, ¿Alguna explicación, sres de @Renfe ?¿Nadie capaz de dar información a los pasajeros?
— Julia Otero (@julia_otero) 5 de enero de 2019
Se trata, como vemos, de una nueva pifia de las muchas que, como suele decirse, tienen contento al personal que sufre la desgracia de toparse con una avería, suceso más frecuente de lo habitual pero que suele pasar desapercibido para todo el mundo menos para quien lo padece. La veterana Julia Otero, que este mes de mayo cumple 60 espléndidos años, sabe cómo hacer pupa. Aparte de su medio millón de oyentes, en Twitter cuenta con más del doble de seguidores, entre quienes nos encontramos. Tiene mucha razón Julia Otero en quejarse ante su millón de fieles, y hacerlo en voz alta, plegaria a la que nos unimos, porque seguramente las quejas lleguen a los responsables de arreglar este carajal.
Esperemos que Julia y el resto de los pasajeros lleguen a tiempo a sus destinos para que los Reyes Magos les dejen sus regalos, y que no les lleven carbón, como a los jefes de la Renfe y del ministerio de Transportes.
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