José María y Ana no solo estudiaban Derecho juntos en la Universidad Complutense de Madrid sino que fueron compañeros de aula durante toda la carrera. Sin embargo, fue en la Semana Santa de 1975 cuando un grupo de estudiantes cambió las procesiones por un viaje de fin de carrera a Turquía y Grecia. La última noche que pasaron en Estambul, los futuros expertos en leyes visitaron un club nocturno de strep-tease, cerca de Torre Gálata. En el furor de la noche, el joven José María le dijo a Ana: "Perdona, te has manchado el pantalón". Cuenta la leyenda que ésas fueron las primeras palabras que el futuro presidente del Gobierno le dedicó a la futura alcaldesa de Madrid.

42 años después, la mancha que lleva Ana Botella no es en el pantalón sino en su reputación e imagen pública: ha sido condenada junto con varios concejales de su equipo de Gobierno municipal a pagar decenas de millones de euros por vender pisos públicos a fondos buitres. Es una condena del Tribunal de Cuentas, o sea, un asunto contable. Cabe recurso, pero 25 millones no es cosa de risa.

Esa mancha solo puede limpiarla otra sentencia de una instancia superior, después de que ésta que nos despertó el pasado viernes fuera recurrida por los afectados, como anunciaron aquella misma mañana. También es posible que el recurso acabe incrementando la cuantía de la condena o incluso que el asunto derive en terrenos más allá de los contables. Y lo que es peor, cuando se produce una mancha de este porte en una familia tan ilustre, es prioritario que la podredumbre, aunque sea presunta, puesto que cabe recurso, no contagie a toda la estirpe.
Y más si tenemos en cuenta que el mundo de la compra y venta de pisos no es ajeno a los Aznar. A los tres hijos del matrimonio Aznar, José María, Ana, y Alonso, les va muy bien. Sus padres están muy bien relacionados, como suele decirse. Ser hijo de la ex alcaldesa de Madrid es importante. Pero ser hijo del ex presidente del Gobierno, no digamos. Entre los muchos amigos que tuvo o tiene su padre contamos con personajes que forman parte de la historia de España y del más allá. Individuos poderosos, de la categoría de Ramón Blesa, el fallecido ex presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno, y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, y tantos otros.

Ni que decir tiene que a la boda del primogénito de Aznar y Botella, celebrada en diciembre de 2011, acudieron desde Mariano Rajoy a Esperanza Aguirre, pasando por Javier Arenas, Miguel Arias Cañete, Ana Mato, Federico Trillo, Eduardo Zaplana o Ángel Acebes, entre otros muchos destacados nombres del Partido Popular. Aun así, estuvo a años luz de la que tuvo lugar en El Escorial el 5 de septiembre del 2002 entre la única hija del matrimonio y Alejandro Agag. A aquella inolvidable ceremonia asistieron don Juan Carlos y doña Sofía, y varios lideres europeos como Silvio Berlusconi o Tony Blair.

Las amistades poderosas
Los ocho años que pasaron en Moncloa los Aznar ofrecieron numerosas recepciones y al comienzo de las vacaciones, como si de la Familia Real se tratara, daban un posado a los fotógrafos en el que aparecían sus hijos. Además, hicieron un gran número de contactos y amistades internacionales, como el matrimonio Blair, que, aparte de asistir a la citada boda, llegó a pasar una Semana Santa en Doñana. Juan Villalonga Navarro, ex presidente de Telefónica, fue compañero de pupitre de Aznar, como todos sabemos. Eduardo Zaplana, ex presidente valenciano, es uno de los más citados en el quinto libro de Aznar. Siempre para bien. Jaume Matas, amigo íntimo de Zaplana, también le pareció muy capaz en su día a su amigo José María Aznar, tanto que le hizo ministro. Francisco Correa (Gürtel) era más amigo de Elvira, publicista, y hermana del ex presidente que del propio Aznar. Alvaro Pérez (El Bigotes) tenía encantada a Ana Botella, para la que trabajaba, gracias a su capacidad para montarle actos públicos. Eso no significa que echara una mano a José María Aznar junior, por supuesto.

Tenemos también a Bersluconi. Un viaje a Milán en el avión privado de Il Cavaliere cuando Aznar aún no era presidente fue suficiente para intercambiar poder mediático (Mediaset, entonces Gestevisión) por influencia política en Europa y viajes a Cerdeña, con paseos en el yate de Berlusconi, condenado por corrupción. Hasta el punto de que, siendo primer ministro italiano en ejercicio, asistió a la mítica boda de Ana Botella Aznar y Alejandro Agag en El Escorial. Lo mismo que Blair. De Francisco González, ahora presidente saliente del BBVA, Aznar ya no habla tan bien como antes pero también fue amigo y -por qué no- podía haber echado una mano al niño del presidente de haberlo necesitado.
El otro gran amigo de papá Aznar desde la época del colegio es Juan Manuel Hoyos, que llegó a presidente en España de McKinsey, una consultora empresarial estratégica. Empresas dependientes del Gobierno de Aznar en su época, tal que Telefonica, Repsol o Endesa pagaron millonadas a la consultora de Hoyos, así como a Boston Consulting Group, el lugar donde comenzó la carrera profesional de José María Aznar Junior, en la oficina de Nueva York. El hijo mayor del presidente zarpó allí en lo profesional. Ahora acaba de cumplir 40 años, está casado y tiene tres hijos con Mónica Abascal, rica heredera (abajo, el día de su boda).

Pero los lazos empresariales del hijo del ex presidente del Gobierno con el sector inmobiliario comenzaron durante el Gobierno de Zapatero, cuando la crisis azotaba al sector y solo unos pocos fondos internacionales, algunos de los cuales tanto gustaban a su madre, apostaron por hacerse con las gangas en el mercado.
Uno de ellos, Cerberus, fichó al primogénito del ex presidente Aznar como asesor. Cómo pasa el tiempo: José María Aznar junior es hoy directivo en varias empresas del sector inmobiliario. Empezó a operar con su propia empresa a través de Siroco Real Estate, firma que registró a principios de 2017 y que controla tres empresas de gestión y administración de fincas: Agefisa, Puerta de Atocha y Villafontana. Tiene un chalet en El Viso y otro de lujo en Cáceres, junto a un embalse. No es que tenga que ver con el presunto lío de pisos de mamá, pero José María Aznar hijo, es todo un magnate del ladrillo, sus empresas tienen edificios en todo el país y dicen que solo su cuñado, Alejandro Agag, le gana a la hora de sacar partido a un negocio o a una amistad.
La residencia madrileña de José María Aznar está situada en un fabuloso chalet junto al Bernabeu, en El Viso. El inmueble fue un chollo si comparamos el precio de salida de más de tres millones que pedían los vendedores con los 1,8 por los que se cerró la operación, según trascendió en su día.
No es que sea un enchufado por ser hijo del ex presidente del Gobierno y de la ex alcaldesa de Madrid. Pero imagínese que es usted un empresario que vende o compra lo que sea y al otro lado del teléfono la persona con la que empieza un posible negocio le dice esto: "Hola, me llamo José María Aznar".

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