La sala estaba repleta de estrellas pero la duquesa de Sussex consiguió eclipsarlas a todas en un segundo. Con un vestido negro de manga asimétrica que dejaba ver su avanzado estado de gestación y un recogido bajo muy favorecedor, Meghan Markle (37) subió al escenario del Royal Albert Hall ante la sorpresa de todos los presentes para entregar un galardón a la diseñadora Clare Waight Keller, directora artística de Givenchy, la firma francesa que firmó el vestido nupcial de la duquesa.
"Es un inmenso placer estar aquí celebrando la moda y a los diseñadores británicos en mi nueva casa del Reino Unido", dijo Markle en el escenario. "Es genial ver tantas caras familiares. A muchos de vosotros os conozco desde hace tiempo, mientras que a otros tantos os he conocido en el último año, así que gracias por la apacible bienvenida".

Parece que, por una noche, Meghan dejó de ser duquesa de Sussex para ser simplemente Meghan, la actriz, y se saltó todas las normas del estricto protocolo royal habidas y por haber. En primer lugar, con su vestido, un Givenchy de manga asimétrica con un hombro al aire que no aprobaría la reina Isabel II ni en un millón de años. En segundo, las uñas de color oscuro, algo que está terminantemente prohibido en Buckinham Palace.
La esposa del príncipe Harry completó su look con un llamativo brazalete dorado de Pippa Small y unas sandalias de Tamara Mellon.

La aparición sorpresa de la duquesa se produce después de unas semanas algo complicadas para ella. Meghan Markle, que está embarazada de seis meses, ha sido objeto de críticas por su supuesto mal carácter, unos rumores que han ido tomando fuerza tras la dimisión de su segunda asistente desde que se casara con el príncipe Harry. Además, hace apenas unos días que los duques de Sussex fueron amenazados por un grupo neonazi, que acusó a Harry de "traicionar" a su raza por casarse con una mestiza.