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La cena a solas de Ágatha Ruiz de la Prada y un empresario que no es El Chatarrero

La vida sonríe a la ex de Pedro J. Ramírez desde que rompió hace dos años con el padre de sus hijos después de tres décadas de relación. Tras el mazazo incial, una vez renació tras caer hundida, y obtenido el divorcio del periodista, encontró divertimento, consuelo y tal vez placer con El Chatarrero. En el plano profesional no puede estar más reconocida: este mismo jueves un nuevo premio le era otorgado; esta vez por el mismísimo ministerio de Industria socialista. Hace un año recibía otro de las manos del gobierno de Rajoy, cuando su admirado Méndez de Vigo, a la sazón responsable de la cartera de Cultura, la agasajó con Premio Nacional de Diseño de Moda.

Hace semanas sin embargo, el idilio perfecto entre Luis Miguel Rodríguez y Ágatha sufría el embate de los celos. El empresario de desguaces es un hombre dado al coqueteo y para Ágatha no resulta agradable que su chico les haga caídas de ojos a otras. Es un decir lo de las caídas de ojos. La cuestión es que, según nos confirman fuentes cercanas a la diseñadora de los corazones, el empresario con fama de conquistador y su querida compañera vivieron cierta crisis tras un quelque chose de El Chatarrero con otra amiga suya. 

No obstante y tras superar este desencuentro, los tortolitos, que suman entre los dos 120 años, acudieron el 20-N de la mano a la cita con periodistas que les propuso la peña Cuarto Poder en Casa Lucio. Les dieron el premio a la Extraña Pareja, creado ad hoc y que, reconozcámoslo, les va al pelo. Fueron retratados allí. Y como resultado de esta comparecencia a corazón abierto, esta semana les hemos visto en las revistas besándose y haciendo el tonto para las fotos, con más voluntad y humor que pasión amorosa. Confesaron a los periodistas un montón de cosas sobre su romance, aunque no llegaron a superar confidencia alguna que nos había dicho ya a nosotros Ágatha sobre su amigo desguazador, como que le encanta cómo recicla. 

Pero ahora nos enteramos de que no es solo Luis Miguel Rodríguez el que sale con otras. Resulta que justo un día antes de que á ex de Pedro J. y el empresario de desguaces escenificaran su reencuentro ante nuestros compañeros, y de que se dejaran fotografiar tan acaramelados y divertidos en la puerta del restaurante de Cava Baja, Ágatha estuvo cenando en el restaurante Quintín de la madrileña calle de Jorge Juan con un empresario de apellido conocido, compuesto, y ex consejero delegado de una cotizada española. 

En el interior del establecimiento, según testigos presenciales, Ágatha y su acompañante cenaron y bebieron, cruzaron miradas y se sonrieron. Fue una cita cocinada a fuego lento, sin prisas, con mucha conversación. Hablamos de conversación cálida, agradable y exquisita, en palabras de nuestros informadores. No nos consta que hubiera besos de amantes ni gestos que demostraran más que una amistad, tal vez el proyecto de algo más, pero nada carnal.

Sin embargo, tras los postres, sí hubo gestos de caballerosidad y atención del amigo de Ágatha, que se dejaba querer como una dama encantada de hacerlo. A la salida, un paso más: el caballero, de pelo canoso y aproximadamente la misma edad de la diseñadora (58) la cogió del brazo. Más tarde pasó el suyo por detrás del cuello de Ágatha y caminaron así durante un rato y hasta que entraron en un coche. El acompañante de Ágatha Ruiz de la Prada se despidió de su amiga en la puerta de su casa, adonde la llevó en su Lexus azul. Allí la dejó a las once y media de la noche. Ella, con una sonrisa en la cara; él, que no salió del coche, con una despedida amable en los labios, que no pudimos escuchar, pero que pareció un 'hasta muy pronto'.

Ha habido más cenas a solas con el empresario, con el mismo. No se esconden, pero tampoco se exhiben. El amigo de Ágatha ha estado con ella en público, en alguna inauguración y otras salidas públicas. Fuentes cercanas a la diseñadora nos confirman que han quedado varias veces a cenar a solas, pero también que no se puede hablar de romance. Es solo una amigo con que sale a cenar a solas, pero varias veces, y que la lleva a casa.

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