Las grabaciones que se van filtrando a los medios y que se atribuyen al ex comisario José Villarejo tienen en común el objetivo de atacar a las instituciones del Estado, bien se trate de intimidaciones a través de periodistas influyentes, miembros del Gobierno o de la oposición, o la Familia Real. El embrollo judicial del marido de Ana Rosa Quintana, las conversaciones de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, o las del marido de María Dolores de Cospedal y la propia ex ministra de Defensa han tenido consecuencias, igual que la de la princesa Corinna, lobista y ex amante del rey Juan Carlos, pero ninguno de los cañonazos ha servido para sacar de su encierro carcelario al ex policía. Ninguna filtración llegó a afectar directamente al Rey Felipe VI, cuyo cortafuegos le mantiene a salvo de peligrosas contaminaciones. Sin embargo, y como ya publicamos el pasado mes de julio, entre las balas que le quedan en la recámara al ex comisario Villarejo algunas pueden disparar a uno de los flancos vulnerables del actual Monarca: su mujer. La reina, según apuntaban a Informalia fuentes policiales, está presente en grabaciones que podrían salir a la luz. Se trata de contactos entre doña Letizia y el empresario Javier López Madrid. La sombra de un escándalo de proporciones mayúsculas reaparece en el horizonte: y ahora sabemos que es el propio Compiyogui de la Re¡na quien temía haber sido grabado con su real amiga.
La relación de amistad entre los Reyes y este empresario, que formaba parte del consejo de administración de OHL, viene de lejos y no se ha interrumpido. Otra cosa es que no se exhiba porque el yerno de Villar Mir mancha: está imputado en varios sumarios de corrupción, desde Gúrtel a Lezo, pasando por Púnica o Bankia, entre otros, aparte del escándalo por presunto acoso sexual e instigación para apuñalar a la doctora Elisa Pinto.
En la crónica de la boda de Silvia López Madrid Villar Mir con Pablo Valdenebro, celebrada a principios de octubre en la mansión familiar de Puerta de Hierro, Informalia recogía las declaraciones de una persona invitada a la ceremonia en las que confirmaba que los Reyes no habían asistido al enlace de la hija del empresario "porque no era oportuno", pero la misma fuente añadía que "sus Majestades y Javier (López Madrid) y Silvia (Villar Mir) se siguen viendo y se siguen queriendo". En privado, se entiende.
Recordemos que, en 2016, los mensajes entre Letizia y su compañero de yoga, incluidos en un informe pericial sobre el teléfono de López Madrid, ponían de manifiesto la relación de amistad que acuñaba el término "compiyogui". Pero López Madrid había conocido a Letizia Ortiz Rocasolano mucho antes. Fue en 2002, cuando se la presentó Felipe de Borbón.
Durante el noviazgo de Felipe Y Letizia, el empresario alojó en varias ocasiones a los futuros reyes de España en su yate, cuyas lujosas cubiertas fueron testigos de aquellos primeras emociones entre la periodista asturiana y el heredero. Ese barco es ahora objeto de investigación por parte de la Audiencia Nacional por haber sido utilizado en su día para agasajar al ex consejero de la Comunidad de Madrid Francisco Granados y el empresario David Marjaliza, cuyas voluntades se torcieron, presuntamente, navegando entre champán y otros manjares servidos en el buque de López Madrid.
La teoría de que existen o pudieran existir comprometidas conversaciones entre el yerno de Villar Mir y la Reina regresa ahora con fuerza. Y no porque ya se filtraran en un sumario su famoso diálogo entre 'compiyoguis', sino porque el amigo de toda la vida de Felipe de Borbón, y después de Letizia, hizo un barrido de micrófonos y aparatos de escucha por temor a que Villarejo hubiera grabado sus conversaciones con la reina, con quien compartía clases de yoga. La búsqueda, dada a conocer esta semana por El Español, tuvo lugar hace diez años, y el lugar en el que se supone que había estado doña Letizia, y en donde López Madrid temía que le hubieran grabado, se llevó a cabo en dos viviendas de lujo ubicadas en Madrid, dos inmuebles del Paseo de la Castellana.
Allí, la reina Letizia y el empresario habrían tenido alguna reunión informal o tomado un simple café entre amigos. Algo que preocupaba especialmente a López Madrid ante el riesgo de que su confidencialidad se hubiera visto vulnerada, bien con ella, o bien con otros de sus contactos empresariales. Hay que decir que no se encontraron dispositivos de grabación y que este tipo de barridos no son extraños en despachos o casas de grandes directivos, empresarios y políticos.
Sin embargo, es significativo y muy relevante saber que Javier López Madrid estaba preocupado hasta el punto de encargar un barrido hace ya una década por las posibles grabaciones del comisario José Villarejo. Cuando ocurrió aquello, López Madrid era responsable de Inmobiliaria Espacio y Letizia era princesa de Asturias.
López Madrid mandó buscar micrófonos en dos viviendas de la compañía ante la sospecha de que alguien pudiera haber instalado dispositivos de grabación en ellos. En aquellas fechas, apareció ya entre los implicados en la seguridad de la compañía el nombre del comisario Villarejo. De ahí el riesgo de que López Madrid hubiera sido grabado con la reina Letizia, con quien compartía amistad desde hacía años.
Como ya contábamos este verano, vuelve con fuerza la teoría de que existe una cinta con conversaciones entre ambos que comprometa la imagen de la monarquía, una grabación que para algunos podría estar en poder del comisario Villarejo pero de la que, hasta el momento, no hay constancia.
La vinculación entre el comisario Villarejo y Javier López Madrid quedó acreditada cuando el empresario reconoció en el juzgado haber contactado con él para solventar sus problemas judiciales en el cruce de denuncias con la dermatóloga Elisa Pinto. Eso fue en 2015. Pero la limpieza de micros en estas viviendas fue muy anterior.
¿Puede dañar esto a la Corona? Algunos medios, incluida alguna cadena de televisión, difundían esta semana que el presidente del Gobierno estaba llamado a periodistas y cadenas para pedir que no se sacaran a la luz estas grabaciones si es que llegaban a su manos. Lo que no consiguieron las cintas de Corinna, en las que la ex amante de don Juan Carlos, aseguraba que el emérito tiene cuentas en Suiza, propiedades y patrimonio oculto en todo el mundo, puede no ser un verdadero escándalo comparado con lo que podría suponer este asunto.
Villarejo, reconocido por la dermatóloga Elisa Pinto como el hombre que la apuñaló cerca de su casa, presuntamente para que no denunciara al empresario Javier López Madrid, denunciado a su vez por acosarla, está en prisión desde el pasado otoño, imputado por apuñalarla presuntamente mientras le decía: "López Madrid quiere que cierres la boca". Villarejo niega ser el agresor pero reconoce que atendió a López Madrid, preocupado por Felipe VI y la empresa de su suegro (OHL). "Era muy pesado, pero le aguanté por si había riesgo para la Casa Real", afirmó en su día el comisario ante la magistrada que lleva el caso.
Acusado de blanqueo de capitales, organización criminal y cohecho, nunca pensó Villarejo que ingresaría en prisión. La llamada policía patriótica, de la que formaba parte, tenía poder, información candente y datos comprometidos de todo el mundo. Se creía intocables y actuaba con una serie de periodistas amigos a los que daba información a cambio de buen trato en sus respectivos medios.
La fortuna acumulada por Villarejo durante el ejercicio de su profesión de policía ascendía en el momento de su detención a 25 millones de euros, 92 inmuebles y cuentas en Suiza, Panamá y Delaware, según difundió el digital Público.
La sospechas de López Madrid de que Villarejo podía haberle grabado no son de extrañar conociendo al personaje. El ex comisario tomaba precauciones y acumulaba información incluso de sus propios clientes, importantes empresarios, políticos y financieros; y de todo el que solicitara sus servicios para disuadir a los enemigos. Algunas fuentes determinan que cobraba de 300.000 euros para arriba por un buen dossier. Por su cuenta, el propio Villarejo hacía también su labor investigador y grababa las conversaciones que mantenía con sus clientes. Se sospecha que fue él quien organizó la grabación en el despacho del antiguo ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, hablando de temas que comprometían a diversos políticos catalanes.
Cuando Villarejo se va a Londres en 2015 a conocer a Corinna, acompañado de Juan Villalonga, lleva su grabadora secreta. El resultado de aquella grabación tuvo un efecto mediático tan devastador para el rey Juan Carlos que durante el verano se impidió su acercamiento a su hijo Felipe en Mallorca, gracias a una oportuna lesión de muñeca que sin embargo le permitió otros viajes y hasta participar en regatas.
Sin embargo, expertos en las andanzas de Villarejo explicaron entonces a Informalia que lo de Corinna era solo de un aviso del ex comisario. Y aseguraban que Villarejo tiene más estiércol, y mucho más explosivo que sacar. Las andanzas económicas secretas del rey emérito se comentaban hace ya muchos años en voz no tan baja. Pero Felipe VI está limpio.