Hace días nos hacíamos eco de la gran fiesta de Naty Abascal, patrocinada por la revista Telva, que rindió homenaje a la musa de Valentino (sin Valentino), y en la crónica nombrábamos a Miguel Bosé, que aquella noche cantó Sevilla en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, estando casi sin voz.
Pero ahora nos referimos al cantante por una razón muy distinta: desde que vinieron al mundo sus cuatro hijos, Bosé pasa casi todo su tiempo fuera. Primero eligió Panamá (el país donde nació) posiblemente por razones fiscales. Pero ahora se ha mudado a México, como ya adelantamos. Separado de Nacho Palau, escultor valenciano con el que compartíó paternidad, ambos reconstruyen ahora sus vidas en distinto lado del charco. Dice Carmen Rigault en El Mundo que "la decisión fue difícil", pero que no les quedó otra que opción "repartirse los críos: dos para Miguel y dos para Nacho. Hoy los hermanitos se echan de menos, pero sus papás suplen esas carencias con largas sesiones de amor y Skype, asegura la columnista.
