No, no estaban don Felipe, íntimo del padre de la novia, ni tampoco doña Letizia, compañera de yoga de Javier López Madrid en tiempos no muy lejanos. El yerno del todo poderoso Juan Villar Mir casó este fin de semana a Silvia, la única chica de los cuatro hijos que ha tenido con su esposa, Silvia Villar Mir.
Hubiera sido la boda el año, el top ten de la alta sociedad financiera de Madrid y las buenas familias de toda la vida, si el dueño de la mansión de más de mil metros cuadrados en lo mejor de Puerta de Hierro no hubiera sido salpicado como el llamado caso Lezo, o si no hubiera gastado el saldo de las tarjetas Black en tonterías; si no hubiera encargado, presuntamente, al comisario Villarejo, que le diera un par de avisos cortantes a la doctora Elisa Pinto. Y si no hubiera invitado a su yate a David Marjaliza y otros acusados de las tramas Púnica y Gurtel, imputados como él mismo y su poderoso suegro, en su día ministro de Hacienda y presidente de OHL, en presuntas y variadas corruptelas.
López Madrid era uno de los mejores amigos del rey de España y hacía yoga en su casa mano a mano con la reina Letizia. Los dos matrimonios viajaban juntos en el yate del yernísimo a destinos exóticos. Hasta que buscando en los archivos tóxicos del ex comisario Villarejo, la policía descubrió una conversación entre López Madrid y la reina en la que doña Letizia le llamaba compy-yogui, lamentaba las informaciones que publicaba de sus presuntas fechorías "esa mierda de LOC" (el suplemento de El Mundo) y firmaba: "Te echamos de menos, te queremos, I miss you".
Después de que se publicaran estos mensajes, de que López Madrid fuera procesado en cuatro causas y de que estuviera detenido 24 horas en una comisaría de Madrid de donde salió con 100.000 Euros de fianza, sus amigos los reyes no podrían dejarse ver en la boda de su hija. Ya había titulado Informalia el pasado mes de agosto algo así como "la boda a la que los reyes no pueden ni deben asistir".
Y así ha sido, aunque uno de los 400 invitados, tan amigo de los reyes como de López Madrid y familia, nos aseguraba al regresar de la fiesta que no era oportuno que estuvieran los reyes, pero que Felipe y Letizia se siguen viendo con López Madrid y su esposa, "y se siguen queriendo". Algo que se viene escuchando hace tiempo. Compiyogui y los reyes no se ven en público porque las implicaciones procesales del empresario mancharían a la Monarquía en un momento más que delicado, pero siguen en estrecho contacto en privado.

La boda, nos dice nuestra informante, "preciosa", fue celebrada en el jardín central que conecta todas la mansiones que Villar Mir les ha regadlo a sus hijos. "La novia no es súper guapa", prosigue, "pero estaba monísima, con un vestido precioso que se ha hecho en Milán con una modista no tan conocida que les encanta a Silvia madre e hija".
La ceremonia religiosa se celebró en un altar improvisado en el jardín, bajo unos arcos de flores que luego se quitaron para el baile. Después del cóctel y la cena, servida por el catering Ciboulette, la novia abrió el baile con su padre, al ritmo de la música de una orquesta que no interpretó el típico vals, sino una música bonita y suave que sonaba bien. Después ya hubo el típico cambio de parejas: la novia bailó con su marido, el novio también bailó con su madre y a continuación, todos a la pista. El jardín de los Villar Mir es espectacular pero no gigantesco, caben los que caben, así que hubo invitados jóvenes que llegaron después de la cena, a las copas y a un baile más marchoso amenizado por un Dj .
Silvia López Madrid tiene 25 años, es decoradora en una empresa propia con su socia Claudia Güell. Su marido es Pablo Valdenebro hijo del rejoneador, aunque el muchacho estudió Empresariales y Finanzas en Cunef y trabaja ahora en Real State, en Societé General.

