Este lunes 17 de septiembre Felipe VI tenía trabajo, una buena excusa para perderse el bautizo de su sobrino Carlos Zurita Borbón. Su viaje a L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) para visitar la feria internacional del gas Gastech bastó para eludir la reunión familiar.


María Zurita, orgullosa madre soltera, pudo contar al menos con el tío Juan Carlos y su prima la infanta Elena, una gran alegría para la sobrina del Emérito después de que el recién nacido superara los problemas de salud con los que el pequeño llegó al mundo.
Letizia, que no es muy católica, tampoco acudió a la celebración del sacramento en la ermita del Club Puerta de Hierro de Madrid. Era impensable que lo hiciera estando ausente su marido. Por otra parte, sería absurdo pensar que el Monarca y su mujer tuvieran la obligación de estar en la celebración, como si hubiera una relación entre la presencia en el acto de Sus Majestades y su apoyo a los Zurita por todo lo ocurrido con el bebé. La reina Sofía, humillada de nuevo este verano por el padre de sus tres hijos, no está para cónclaves borbónicos después de los escándalos protagonizados por el Emérito y su amante Corinna.
Es fácil entender que doña Sofía, por muy educada y entrenada que esté, no se prodigue alrededor de su marido salvo en situaciones en las que el protocolo exige la presencia y la sonrisa de ambos. Tampoco es que veamos prodigarse mucho a don Juan Carlos con la familia griega de su mujer.
