El comisario jubilado José Villarejo embaucó a la amante del rey Juan Carlos para que hablara y así poder grabarla, haciéndole creer que podía meterla en la cárcel por haberse llevardo hasta cuatro millones de euros como comisionista de un fondo hispano-saudí creado por el ministro de Exteriores socialista Miguel Ángel Moratinos.
El policía, ahora en prisión, hizo creer a la lobbista germano-danesa que él actuaba bajo el paraguas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y que el espionaje español preparaba un plan para meterla entre rejas. Le mostró los documentos (falsificados, fabricados por el propio embaucador) que supuestamente lo probaban. Y ella picó, se puso a hablar, señaló a don Juan Carlos como su testaferro, y le acusó de tener cuentas en paraísos fiscales, mientras el ex comisario la grababa en un piso de Londres, en 2015, en presencia del ex presidente de Telefónica e íntimo de Aznar, Juan Villalonga.

El que fuera compañero de pupitre de José María Aznar fue clave para unir al comisario y a la amante del rey, como ya contamos. La tercera esposa de Villalonga es la aristócrata y millonaria Vanessa von Zitzewitz (junto a ella, abajo, en la imagen), residente en el principado de Mónaco, donde el empresario celebró su tercera boda, sólo tres meses después de firmar el divorcio con la mexicana Adriana Abascal (abajo).

Esta baronesa alemana es una reputada fotógrafa. Sus retratos de desnudos se exhiben en las mejores galerías del mundo. Pero sobre todo Vannessa von Zitzewitz es la fotógrafa de cabecera de dos famosas princesas: Charlene de Mónaco y Corinna Sayn-Wittgenstein. De ahí la conexión de Villalonga con Corinna. La otra conexión, la del empresario con Villarejo, es más difusa aunque se sabe que que el año pasado trataron de vender juntos sistemas de encriptación a China e Irán.


Así lo contó Félix Sanz Roldán, director del CNI, durante su comparecencia en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso el pasado 26 de julio, tal y como revela este jueves en El País el periodista Miguel González. El general al frente del servicio secreto dijo que no había investigado el patrimonio del anterior jefe del Estado en el extranjero porque ni el Ejecutivo ni ningún juez lo pidió, aunque sí reconoció que José Luis Rodríguez Zapatero le ordenó en 2011 investigar a Corinna Larsen. El servicio espionaje español actuó entonces bajo el paraguas legal y de acuerdo con la Casa del Rey, ante el temor de que una persona "que se había introducido en el círculo más íntimo de don Juan Carlos y tenía una creciente influencia sobre él" pudiera responder a intereses de alguna potencia extranjera y comprometer así la seguridad nacional. Sin embargo, aunque se constataron relaciones de la princesa Corinna con magnates rusos, se concluyó que la amante del rey actuaba por cuenta propia.