Dos veces dijo que abandonaba la política y otras tantas volvió a la primera línea del frente. Y es que Esperanza Aguirre lleva en su ADN un líder, una lideresa, incompatible con la palabra retirada.
Este jueves la ex presidenta madrileña hizo su reaparición en un acto público en Madrid, un acto del Foro Atlántico de América Latina que preside Mario Vargas Llosa, y al que se había unido Ciudadanos. Allí estaban también Isabel Preysler, Alvaro Vargas Llosa y otros defensores del liberalismo en el que militaba Margaret Thatcher, ídolo político de Esperanza Aguirre y del Nobel peruano. A sus 66 años, Aguirre, uno menos que la novia filipina del escritor, aseguró una vez más que hace tiempo que tiene el periscopio bajado, aunque no hay jubilación ni retiro que hagan callar a un animal político de su envergadura. Así que aprovechó la ocasión para lanzar algunos de sus dardos a diestro y siniestro.
Siempre militante del Partido Popular, Esperanza venía de votar por el próximo líder del PP y no lo hizo por ninguna mujer, ni Soraya, ni Cospedal. Aguirre nos contó que apostaba por Pablo Casado, como no podía ser menos. "Quiero que el centro derecha vuelva a ser lo que era", aseguró, una tesis que lanzaba también hace unos días su admirado José María Aznar. Aguirre no habría podido votar a la candidata María Dolores de Cospedal, incondicional de Rajoy y que junto al ex presidente del Gobierno y ahora registrador de la Propiedad fue quien más zancadillas le puso a Esperanza Aguirre para precipitar su caída. Y el mitin improvisado de Esperanza en plena calle continuó con la petición de que se bajen los impuestos, que se pueda elegir colegio y hospital, la derogación de la ley de la Memoria Histórica y, por supuesto, que se vaya Pedro Sánchez cuanto antes. ¿Veremos a Esperanza Aguirre junto a Pablo Casado en el nuevo Partido Popular?