El hermano de Kiko Matamoros ha publicado un libro llamado Libro de reclamaciones, en el que relata algunos episodios de su vida desconocidos hasta ahora. Coto Matamoros (61) repasa su trayectoria personal y televisiva, su ingreso en prisión o las fotografías de Mar Flores (48) y el conde Lequio (57) o señalar que la modelo de Usera tuvo un quelque chose con el furbolista Raúl González allá por 2001.
Hace ya 17 años que saltó a la prensa la supuesta relación entre la modelo y la entonces estrella del Real Madrid, ambos solteros cuando presuntamente se veían, pero no cuando vio la luz la noticia. Entonces, una airada Mar Flores lo desmintió por activa y por pasiva: "Él está casado (con Mamen Sanz) y yo como si lo estuviera (salía con Javier Merino). Además, tenemos hijos, esto puede hacer mucho daño a terceras personas". La noticia cayó en el olvido y ahora, Coto Matamoros, quien fuera representante de la ex modelo, la ha recuperado en sus memorias Libro de reclamaciones: "Me pregunto si las fotos de Interviú sirvieron de acicate para que Raúl González hubiera clavado tres goles en el Bernabéu, ya que también él había estado con ella, una vez conocido su noviazgo con el jinete", relata.
Ahora, Coto (61) ha recordado cómo fueron aquellos días en los que publicó las imágenes de Mar y Lequio juntos: "Pepe Flores, hermano de Mar, trató de evitar la publicación de las fotos. La elección del fotógrafo para un desnudo integral en las Seychelles y 40 millones de pesetas había sido la mejor oferta que Miguel Ángel Gordillo, jefe de compras y subdirector de la revista erótica, exigía como compensación por parar máquinas y volver a la maquetación (...) Mar Flores se negó en redondo".
Las instantáneas salieron finalmente: "Aquella destrucción de la estética, en la que participó hasta el último mono, supuso el fin de los legítimos proyectos matrimoniales de una chica de Usera que soñaba formar parte de la más rancia aristocracia española como condesa consorte de Salvatierra", ha afirmado, refiriéndose a la ruptura entre Cayetano Martínez de Irujo y Mar tras aquella publicación.
Además de Flores, Coto también habla de Lydia Lozano y la estrecha relación que les unió durante años: "Lydia y yo pasábamos tanto tiempo juntos que la parte más inexperta de la prensa rosa llegó a adjudicarme la condición de marido de Lydia Lozano (...) Me fui a Argentina teniéndola como mi mejor amiga de toda la vida. Al volver la encontré rara. La dirección de Canal 9, amigos de Mar Flores, había dado orden a la productora de liquidarme y sepultarme en el desierto de Mojave. Habían decidido vengarse y a tal fin repartieron pistolas y palas al presentador y a los colaboradores (...) Nuestra amistad se la llevó su sueldo, pero siempre quedará la reminiscencia del brillo residual de aquella explosión de hermandad".
En el libro, Matamoros también recoge cómo fue la relación con su padre: "Al margen de un maltrato físico continuado, brutal e imperdonable, que abarcó desde los cuatro a los quince años, con persistencia sufrí una hostilidad verbal indecente e imperdonable que incluyó el insulto, el desprecio, la amenaza y el confinamiento; y esa brutalidad afectó a mi desarrollo psicológico".
