El Rey Felipe VI ha puesto firmes a su esposa y a su madre después del rifirrafe de Palma que ha dado la vuelta al mundo. La imagen que todos esperábamos, la de la normalidad entre doña Letizia y doña Sofía, se ha producido, como intuíamos, en la tarde de este mismo sábado, en la visita que el monarca, su mujer y la reina emérita han hecho a don Juan Carlos en el hospital, tras la operación de rodilla, que ha resultado satisfactoria. Sin duda, este fin de semana hemos visto la mejor cara de letizia: humilde, amable y servicial, virtudes que tal vez haya heredado de su entrañable abuelo taxista, Francisco Rocasolano, el padre de su madre, fallecido, a los 98 años.
Sea por influencia de su lado más humano y cercano al pueblo o por exigencias del guión, ha sido que la reina Letizia le abriera la puerta del coche a la reina Sofía en público. Su actitud no tuvo nada que ver con la severidad de los gestos que vimos en Mallorca. El lavado de imagen comienza aquí: la Reina Letizia vuelve a trabajar en fin de semana, algo nada habitual. Se trata de la primera ocasión en que vemos juntas a ambas tras la polémica ocurrida en la Catedral de Palma de Mallorca el pasado domingo durante la celebración de la Misa de Pascua. Felipe VI conducía el vehículo del que han bajado luego ellas, la emérita ha esperado a que su nuera le abriera la puerta para salir. Muy sonrientes, los tres han caminado hacia el interior del hospital de La Moraleja, en Sanchinarro, en Madrid.


