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Tamara Falcó no desveló todos los secretos de su vida en Villa Meona con mamá Preysler y Vargas Llosa

La visita de Bertín Osborne a la casa de Isabel Preysler como invitado de Tamara Falcó ha sido todo un éxito de audiencia, y la espontaneidad y frescura de Tamara, muy aplaudida en las redes sociales, ha recibido elogios para la anfitriona. Por otra parte, las sinceras declaraciones de la única hija que tuvieron Isabel Preysler y Carlos Falcó desvela aspectos inéditos de la compleja y extensa familia Iglesias-Falcó, Preysler-Boyer, y contradice algunas páginas de la historia oficial.

Pero Tamara no lo contó todo, desde luego. Por ejemplo, que Jacinta, una caniche con lacito rosa que Tamara lleva en brazos durante buena parte de su charla con Bertín, que luego la sigue por toda la casa, es en realidad la perrita de Ana Boyer y Fernando Verdasco. Se la endosaron a ella (palabra textual de Tamara, en privado), debido a sus continuos viajes por el mundo y la imposibilidad de llevarla consigo.

Por otra parte, es evidente que Vanilla, la golden retriver que también aparece continuamente en escena, vive y convive con los habitantes de Miraflores 38, la mansión de Isabel Preysler y su familia. Algo que es ajeno a la leyenda negra de los inicios de la casa cuando se decía que el perro de los Boyer- Preysler, siempre estaba fuera, aunque tenía una caseta con calefacción. (¿O será que Mario Vargas Llosa es más amante de los animales que Miguel Boyer?).

Otro detalle que Tamara no cuenta es que normalmente ella almuerza en la cocina con el servicio en lugar de hacerlo en el comedor con su madre y el premio Nobel, porque prefiere el contundente buffé que prepara Ramona (la chef titular) para los siete empleados de la casa, que el delicado menú macrobiótico que elige su madre.

Pero entre las perlas más interesantes de la entrevista está su versión sobre el romance de Isabel y Vargas Llosa. Como habíamos sospechado desde el principio, Isabel le ocultó a su hija Ana Boyer el tipo de relación que mantenía con el que había sido un amigo de la casa y sobre todo amigo de su padre. Isabel sabía que su romance con el peruano le dolería mucho a su hija menor, ya que su padre había muerto poco tiempo antes y Ana no podía imaginar a otro hombre sentado en su despacho y menos durmiendo en su cama.

Le contaba Tamara a Bertín que ella se dio cuenta enseguida: "Ana, que aquí hay tomate, que mami está colada por Mario…". Y Ana. tan ingenua, se negaba a creerlo, incluso "cuando Mario apareció por casa de Enrique en Miami y estábamos todos de vacaciones y dijo que pasaba por allí para darle una carta a mami (… ) y Ana insistía en que era pura casualidad", desvelaba Tamara. Y más tarde, cuando la relación ya se hizo evidente, cuenta Tamara que Ana le reprochó a su madre: "¿Pero no me dijiste que sólo erais amigos…?".

Todo encaja con la repentina huida de Ana Boyer de la casa familiar para irse a vivir con Fernando Verdasco, a pesar de aquel apresurado reportaje en Hola, de madre e hijas, tumbadas en uno de los dormitorios de la casa, en el que Ana aseguraba sin mucha convicción que lo importante era la felicidad de su madre.

Tampoco tiene desperdicio la pregunta que Mario Vargas hizo a las hijas de Isabel: "¿Creéis que Miguel estaría contento de verme aquí?". Y el comentario de Tamara a Bertín: "¡Con lo celosísimo que era tío Miguel!".

El programa se emitió el viernes, mientras Tamara estaba en Perú como invitada a la boda de Alessandra de Osma y Christian de Hannover. Es probable que para Isabel Preysler hayan sido toda una sorpresa las sinceras declaraciones de su hija. Y es probable también que no le hayan hecho tanta gracia como a la mayoría de los espectadores

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