Vacaciones en cuarentena, sin contaminar con su presencia ni con su imagen infectada por la corrupción al resto de los Borbones reunidos en Marivent: la infanta y su marido disfrutan de la playa y del mar Cantábrico en la distancia, la que les imponen el Rey y su propia familia, y que ellos aceptan, tal vez a cambio de que en el futuro al menos Cristina sea rehabilitada o de que los niños Urdangarin-Borbón sí sean admitidos junto a su tío Felipe Vi en el yate, y en el palacio mallorquín al cuidado de la abuela Sofía, o hasta en las cenas a las que asistió hasta Letizia, a pesar de la urdangafobia que padece.
Cristina e Iñaki disfrutan de la playa tanto como el que más y hacen bien en no vivir como apestados el que pudiera ser el último verano de Iñaki en libertad. No son bien recibidos en Mallorca, donde el resto de los Borbones, incluidos sus hijos, ha pasado la semana más familiar en el palacio de Marivent. Junto a don Juan Carlos, los grandes ausentes del clan en Baleares han sido una vez más este año la Infanta absuelta y su marido, condenado por la Audiencia a seis años de cárcel, aunque la Fiscalía del Supremo eleva su petición hasta los 14 años de prisión. Si el ministerio público viera cumplido su propósito y el Alto Tribunal dictara sentencia, por ejemplo, en enero, el cuñado de Felipe VI entraría en el penal con 50 años, los que cumple a primeros de año.
La ex duquesa de Palma, dos años mayor que su marido, ha querido que sus cuatro hijos sí compartieran unos días con sus primos Marichalar Borbón y Borbón Ortiz. Además de que los niños Urdangarin no tienen ninguna culpa de las presuntas fechorías cometidas por su padre, la hija menor de doña Sofía quería que Juan, Pablo, Miguel e Irene estuvieran con la abuela junto a sus primos, los otros nietos de la emérita. Por eso les vimos en Palma, la ciudad que dio el título ducal a sus padres antes de que su tío el Rey la castigara y la humillara ante toda España y se lo retirara.
Pero sus hijos no son rencorosos y estuvieron navegando con tío Felipe, con Froilán y Victoria Federica, o posando con la emérita junto a sus primas y primos en la foto que la matriarca más desea, la de 'con 8 basta', con todos los hijos de sus tres hijos. Por eso, la estancia de Cristina e Iñaki en Bidart, en la costa vasca francesa, ha tenido dos partes: los días del matrimonio sin los niños, acompañados de la cuñada y demás familia del ex duque, y los días con los niños cuando regresaron de Baleares. La parte más romántica, en la que estaban sin niños, la recogen las revistas Love o Semana. Vemos a Urdangarin disfrutando de la playa con un bañador amarillo tipo meyba, mientras que Cristina, tapada con kaftán o camiseta, no quiso ser fotografiada en bañador o bikini (la imagen de arriba es de archivo).
En Hola vemos la parte más reciente, con los niños Urdangarin de vuelta junto a sus padres en Bidart. Es imposible imaginar que sus hijos, cuyas edades van de los casi 18 de Juan, el mayor, a los 12 de Irene, no les hayan contado cómo está esa familia de sangre azul como la suya, a la que no pueden contaminar con su presencia. Por supuesto que doña Sofía y su hija Cristina hablan a menudo, y doña Elena no oculta que mantiene abierta su relación con su hermana. Pero los momentos de los niños Urdangarin con el Rey en el yate, los comentarios del primo Froilán, que tiene ya 19 años, o de Victoria Federica, o de sus primas pequeñas, la princesa de Asturias o la infanta Sofía, pueden aportar a doña Cristina y su marido una versión distinta del 'cómo están todos por Mallorca'. Quizás Cristina haya preguntado eso de ¿qué tal la tía Letizia?
