La actriz de Piradas del Caribe (31) ha sufrido el acoso en los últimos meses (concretamente entre el 1 de agosto y el 22 de octubre de este mismo año) de Mark Revill, un señor de 49 años. Keira padece una serie secuelas tras los incidentes que vivió en su casa de Londres que han transformado su vida en un temor constante.
"Cuando regreso a casa, tengo que mirar detrás. Me preocupa no saber quién podría estar en las sombras. La idea de que esté al otro lado de la puerta es algo que me espanta. Sentir que mi hija pueda estar en peligro es mi peor pesadilla", declaraba Knightley a los tribunales en una carta a la que ha tenido acceso Daily Mail.

El primer signo de acoso que sufrió Keira fue una flecha dibujada con tiza enfrente de su casa, apuntando hacia la puerta. La intérprete vive en el norte de Londres con su marido, el cantante James Righton, y Eddie, la hija de ambos de año y medio. Tras este primer susto, Revill dio una segunda sorpresa y le envió cartas escritas a mano y postales con imágenes de gatos, un animal que apasiona al acosador.
Con música del sonido de estos felinos llenó un USB que también envió a la actriz. Pero la gota que colmó el vaso fue el "concierto" que Mark ofreció enfrente de la casa de Knightley imitando el maullido de un gato, a lo que su marido reaccionó saliendo de la casa tras de él.
La corte judicial de Highbury le ha condenado a dos meses de prisión, recibiendo tratamiento psicológico y a desembolsar 115 libras. Además, le ha impuesto una orden de alejamiento de no menos de 90 metros de donde se encuentre Keira. En el juicio Mark confesó "estar enamorado" de la actriz, aunque su abogado defensor le justificó afirmando que su cliente es compositor y su actitud no era más que una estrategia para promocionar su música.
En la misma carta a los tribunales, Knightley confesó que ante tal situación se ve obligada a mudarse, a pesar de lo que le gustaba su vida en Londres. "Mi familia disfrutaba visitando las tiendas del barrio y jugando en los parques locales de la zona, estando cerca del bullicio de Londres. Sin embargo, ahora estamos buscando casa para mudarnos fuera de la ciudad. Esperábamos que nuestra hija fuera aquí a la escuela", afirmaba en la misma carta.