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Donald Trump: abusos sexuales, tocamientos y un "pulpo"

  • Cuatro mujeres rememoran su vivencia con el republicano

El candidato republicano rechazó sin titubeos las acusaciones de abuso sexual que pesaban sobre él durante el segundo debate presidencial contra la demócrata Hillary Clinton este pasado domingo. "No, yo no lo he hecho", respondió el magnate, desmintiendo así los testimonios de varias mujeres que revelaron que el político se sobrepasó con ellas, besándolas y tocando sus partes íntimas sin permiso.

Leeds, furiosa: "Era como un pulpo"

Una de ellas, Jessica Leeds, que ahora tiene 74 años, se retorcía en el sofá de su casa de Manhattan: "Yo quería perforar la pantalla", declaró en una entrevista realizada después de desvelar a The New York Times las artimañas de Donald Trump.

Según su relato, hace tres décadas el empresario se sentó junto a ella en un vuelo a Nueva York, en primera clase. Durante el trayecto, el candidato a la Casa Blanca le tocó los pechos e intentó meter su mano debajo de la falda, sin ni siquiera conocerse.

"Era como un pulpo", declaró Leeds, quien salió corriendo para sentarse en las últimas filas el resto del vuelo. "Fue una agresión", apuntó al diario estadounidense, que señala que no denunció los hechos al personal del avión porque "en esa época las mujeres de negocios a menudo tenían que soportar esos comportamientos de sus compañeros varones".

Crooks: presentación en el ascensor

La joven Rachel Crooks tuvo el mismo sentimiento que Leeds al escuchar a Trump. Ella también había sufrido presuntamente abusos sexuales por parte del polémico empresario. Según explicó al medio americano, corría el 2005 cuando Crooks coincidió con el magnate en un ascensor, momento en el que decidió presentarse y decirle quién era, ya que su empresa hacía negocios con él.

La respuesta de Trump fue inesperada: "Me besó directamente en la boca", cuenta la mujer, que explicó que no fue un accidente sino una violación, según relata el periódico. "Fue muy inapropiado (...) Estaba tan cabreada de que él pensara que yo era tan insignificante como para poder hacerme eso", contó. Informado de estos testimonios, Trump rechazó su veracidad.

McGillivray: delante de su prometida

Mindy McGillivray, de Florida, declara haber sido otra de sus víctimas. Fue en 2003, ella se encontraba trabajando como asistenta del fotógrafo Ken Davidoff durante un recital de Ray Charles, en el hotel Mar-a-Lago, ubicado en Palm Beach y propiedad del magnate inmobiliario, quien se encontraba junto a su prometida, Melania, en el momento de los hechos.

"De repente sentí un toqueteo, un pequeño empujón. Creí que era la bolsa de la cámara de Ken, fue mi primer instinto. Me doy la vuelta y ahí está Donald. Él quitó la mirada rápidamente. Yo rápidamente me doy la vuelta hacia Ray Charles, y me quedo aturdida", relató McGillivray. "Fue bastante cerca del centro de mi trasero. Me sobresalté, salté", agregó.

Stoynoff: una complicada entrevista

La periodista de la revista People, Natasha Stoynoff, ha denunciado el último caso de supuestos abusos de Trump. Al parecer, tuvieron lugar en el mismo hotel, Mar-a-Lago, de Palm Beach, mientras entrevistaba al político y a su esposa Melania, entonces embarazada.

"Cuando nos tomamos un descanso para que la muy embarazada Melania subiera al piso de arriba y se cambiara de ropa para más fotos, Donald quiso mostrarme la mansión. Había una habitación 'tremenda', él dijo, que yo tenía que ver", explicó Stoynoff. "Entramos solos a la habitación, y Trump cerró la puerta (...) Me giré, y en segundos, él me empujó contra la pared, y metió su lengua hasta mi garganta", añadió la periodista, que dijo que Trump estaba "gordo" y que no pudo hacer nada para frenarle. Un minuto después, el mayordomo interrumpió para avisarles de que Melania estaba casi lista para seguir con la entrevista.

"Tu sabes que vamos a tener una aventura, ¿verdad?. Vamos a tener una aventura, te lo digo", le dijo antes de que su mujer apareciera. "En ese preciso momento entró Melania y Donald volvió a modo marido cariñoso, como si nada hubiese sucedido", relató Stoynoff, que prosiguió con la entrevista.

Al día siguiente, la periodista volvió al hotel: tenía una cita con un masajista en el spa del Mar-a-Lago, donde llegó media hora tarde. El masajista le explicó entonces que Trump había estado esperándola 15 minutos en el interior de la sala de masajes y al ver que no llegaba optó por irse a una reunión.

"Me acosté en la camilla, pero mis ojos estaban puestos en el pomo de la puerta todo el tiempo. 'Aparecerá y éste chico le dejará entrar conmigo medio desnuda'. Corté la sesión, me vestí y fui para el aeropuerto", rememoró.

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