La exposición 'Camilo José Cela 2016: El centenario de un Nobel, un libro y toda la soledad' fue inaugurada este lunes en la Biblioteca Nacional por los reyes. Entre los asistentes, el hijo del escritor Camilo José Cela Conde y la viuda del Nobel, Marina Castaño. Uno y otro permanecieron alejados sin dirigirse ni una mirada. Don Felipe saludó con mucho afecto y departió en varios momentos con Cela Conde, catedrático de Filosofía del Derecho Moral y Política de la Universidad de Palma. También se hizo la foto sonriente con la periodista pero su actitud fu distante.
Cela Conde es un consumado regatista con el que don Felipe ha coincidido en las ediciones de la Copa del Rey de Vela celebradas en Mallorca y en las que uno y otro han participado y confraternizado. Sin embargo el rey, más allá del inevitable saludo protocolario, ignoró posteriormente a Marina Castaño, a pesar de que esta inauguración era privada, no había muchos invitados y era fácil tropezarse.
Marina Castaño está acusada de malversación de fondos públicos por su gestión al frente de la Fundación Camilo José Cela y será juzgada por un jurado popular. También podría estar imputada en un posible fraude del IVA.
Por otra parte, desde su matrimonio con el premio Nobel, Marina y el único hijo del escritor han mantenido diferencias notables, y no sólo porque el trato entre padre e hijo quedó interrumpido por este matrimonio.
A su muerte, Cela dejó desheredado a su hijo, quien reclamó lo que le pertenecía. Y según declaró públicamente, no lo hizo por recuperar algo de su padre para sí mismo, sino por defender los derechos de su hija Camila, de 27 años, hoy profesora de Historia del Arte en la Universidad de Palma, única nieta del escritor, y que al empezar el litigio era menor de edad.
El Tribunal Supremo dictaminó a favor de los derechos de Camila y de su padre Cela Conde, como legítimo heredero del marquesado de Iria Flavia, título concedido por el rey don Juan Carlos a al autor de La Colmena. Y el Alto Tribunal también reconoció los derechos de Camila Cela a la herencia de su abuelo y a su legado literario.
Desde entonces Marina, cayó en un evidente desprestigio social que provocó cierto ostracismo, sólo compensado por su matrimonio, el cuarto, con el doctor Enrique Puras.