No es el único pero el marqués de Griñón se está sometiendo a un tratamiento capilar: quiere verse más joven. Carlos Falcó siempre ha sido una estrella de la aristocracia, incluso mucho antes de casarse con Isabel Preysler o de tener una hija como Tamara. Su sangre, noble como pocas, su apellido y, por qué no decirlo, su amplia capacidad de seducción le convierten en un animal social, en el mejor sentido de la expresión. A sus 79 años triunfa como empresario, rebosa salud y vive su apasionada historia de amor con una mujer bella a la que dobla en edad. Por eso, el marqués quiere salir, exhibir su felicidad, contar lo buenos que son sus vinos y todos sus productos... Junto a Esther Doña, ocupa la próxima portada de Vanity Fair, aunque es posible que aún no le veamos con su nuevo pelazo porque las fotografías se hicieron en El Rincón, su Manderly, su nido de amor, antes del retoque. Pero, ¿para qué están las gorras y los sombreros?
El aristócrata no pudo presumir de melena el pasado martes, cuando acudió a un evento. En cambio, lució un elegante Panamá que ocultaba su cuero cabelludo aún sin estrenar. Los redactores le preguntaron cosas como que si se consideraba una persona presumida o si le gustaba cuidarse; pero él, veterano en esto de las comparecencias ante la prensa canalla, no entró al trapo, aunque fijándose furtivamente, en las distancias cortas, bajo el sombrero pudimos confirmar señales de que el arreglo está en marcha. No se trata de algo revolucionario (no vamos a ver a Chewbacca) cuando decida mostrarse, pero sí recuperará pelo en la cabeza.
El marqués de Griñón sigue así los pasos de otros varones coquetos y preocupados por evitar la alopecia: el periodista Hilario Pino dio que hablar cuando recuperó su cabellera; y qué decir del político José Bono quien, tras separarse de Ana Rodríguez, decidió recuperar el pelo perdido. Iker Casillas solo tenía 30 años cuando decidió cortar de raíz la calvicie que asomaba en su frente: y no solo para seguir gustando a Sara Carbonero sino porque aparte de un gran deportista, no olvidemos que muchas marcas cuentan con personalidades como las citadas, lo cual convierte el tema en un asunto profesional, pecuniario.
Que la coquetería ha dejado de ser una condición exclusiva de las mujeres no hay ya ni que decirlo. Cada vez son más los hombres que cuidan su imagen al detalle, y no solo a la hora de vestir. Los tratamientos estéticos son cada día más demandados por el género masculino. Tanto es así que, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE), el 12 por ciento de las intervenciones de este tipo que se realizan en España corresponde a pacientes varones, especialmente solteros o divorciados de entre 40 y 55 años.
Pero sin duda los tratamientos más demandados entre los hombres son los destinados a acabar con la calvicie. Una de las mejores formas de recuperar el pelo son los trasplantes capilares o microinjertos que, aplicados mediante la técnica FUE, se llevan a cabo sin dolor y sin que se produzcan cicatrices.
¿En qué consiste?
El microinjerto capilar con la técnica FUE consiste en extraer las unidades foliculares de los laterales y parte de atrás de la cabeza, donde los folículos permanecen de por vida, para posteriormente implantarlos en la parte superior de la misma. Los folículos se trasplantan con cabello vivo y, tras un breve periodo de adaptación, entre 2 y 5 meses, el pelo comienza a crecer de manera normal manteniendo las características de la zona de donde proviene.
Un tratamiento en auge entre las estrellas
Son muchos los famosos, dentro y fuera de nuestras fronteras, que ya se han dejado seducir por esta técnica que no requiere hospitalización y que se lleva a cabo con anestesia local. Solo 3 horas y un desembolso de unos 3.000 euros a 6.000 euros - dependiendo de los injertos que haya que realizar - son suficientes para estrenar imagen.

El citado Hilario Pino (54) fue uno de los pioneros en este tratamiento. El presentador dejó de ser nuestro Bruce Willis español cuando decidió cambiar sus entradas por una espesa caballera. Pino no se conformó con repoblar la zona que más le clareaba sino que se atrevió incluso a lucir un polémico y criticado flequillo.


A José Bono (65), según las malas lenguas, fue su consuegro, el cantante Raphael, quien le recomendó cambiar de look y disimular la entradas. Bono quedó tan satisfecho que no le importó reconocer públicamente que se había sometido a esta técnica e incluso dio el nombre de la clínica que le había tratado, Unidad Médica Serrano: "Actualmente sigue en tratamiento para estabilizar su alopecia. Mantiene lo trasplantado y mantiene estable el resto de pelo natural que conserva", afirma Mónica Rolando, directora de este centro.
Fuera de nuestras fronteras, John Travolta (62) fue uno de los casos más impactantes. Acostumbrados como estábamos a verle rapado casi al cero para disimular su falta de pelo, que apareciese en un acto con la cabeza casi como cuando que hizo en Fiebre de Sábado Noche o Grease no pasó inadvertido. Su compatriota, el actor Kevin Costner (61), es otro de los famosos microinjertados que ha decidido resolver de forma definitiva los problemas de la alopecia sometiéndose a este tipo de cirugía.

Pero si hay un personaje querido y seguido en nuestro país, (aunque naciera en Argentina) que ha ganado con su pelazo, ese es Diego Plablo Simeone (46). Hace dos años el técnico del Atlético de Madrid pasó por la clínica Svenson, experta en implante capilar. El doctor que le operó afirmó que le habían injertado 8.500 pelos nuevos.

