Fofisanos: Temblad. Vuestros días de despreocupación, de buen comer y de cervecita en mano parecen haber llegado a su fin. La nueva tendencia viene desde tierras anglosajonas y se fija en la musculatura masculina que vemos en publicidad. Lucir unos músculos de infarto, tener una espalda ancha y unos abdominales marcados son los básicos del nuevo término: el Hunkvertising'.
Parecía que los fofisanos habían venido para quedarse, que el obsesionarse con la tableta de chocolate y con las horas en el gimnasio eran agua pasada, pero no: han vuelto, y con más fuerza que nunca, literalmente.
Los hombres con una musculatura digna de Popeye se han colado entre nuestras revistas, nuestras pantallas de televisión y también en nuestro ordenador. El estereotipo del hombre de acero quiere destronar a las barriguitas que se habían acomodado en los últimos meses, el cuidar la forma ya no es suficiente, ahora hay que dejar constancia de que se pisa el gimnasio, y mucho.
Los músculos ya no son un añadido, son el requisito indispensable para que actores, modelos u otras figuras públicas se quiten la camiseta. Al igual que a la mujer se le ha sometido a tener una 34, ahora al hombre se le exige lucir bíceps.
El Hunkvertising es el nuevo invento de la publicidad. Los músculos aparecen en todas las imágenes de hombres desnudos o semidesnudos, cubiertos incluso con alimentos o productos que no tienen que ver nada con un torso firme. Actores como Channing Tatum entrenan sus cuerpos por exigencias de guion, convirtiéndose en toda una máquina proteica.

Joe Manganiello es otro de los ejemplos de disciplina y muchos batidos.

Y después está el caso de Mark Wahlberg, cuyos músculos han pasado a otra fase.

Un negocio que hace que modelos como David Gandy, a sus 35 años, siga en lo más alto, y como eterna imagen de Dolce&Gabbana gracias a sus cincelados abdominales. Una tiranía que la mujer ha sufrido desde el pricipio de los tiempos se cuela en el mundo masculino.
