Rodrigo Rato declara hoy ante el juez (en la fotografía, llega en coche a prestar declaración). Para relajarse antes de continuar su periplo procesal ha estado en Formentera con su pareja desde el sábado. Allí ha disfrutado del mar y la tranquilidad junto a la periodista Alicia González, la persona que le cuida y le apoya.

Rodrigo Rato vive a sus 66 años los peores momentos de su vida. Hoy declara de nuevo ante el juez, una parada más de su via crucis procesal y sobre todo mediático. Pero el ex presidente de Bankia cuenta sin embargo con una estabilidad emocional gracias a la cual soporta de otra manera los vaivenes judiciales y su nada deseado estrellato en los medios. Su apoyo se llama Alicia González, la mujer de la que se enamoró hace ya más de una década. Las Baleares son uno de los destinos favoritos de la pareja (a lo que vemos en la fotografía de archivo).
Quienes conocen a la periodista económica de El País coinciden en que es una mujer inteligente y de mucho carácter. Desde luego no responde a los cánones de 'chica PP'.
La escena de Rodrigo Rato detenido, introducido en un vehículo por agentes judiciales es sin duda una de las imágenes del año 2015, de ésas que ilustrarán los almanaques y resúmenes anuales por los siglos de los siglos. Ese mismo día, Alicia rompió su habitual silencio para sacar la cara en defensa de su hombre. Se enfrentó en Twitter al dedo acusador de una tuitera con ganas de bronca. Alicia González recordaba a su interlocutora, una tuitera peleona, el derecho a la presunción de inocencia de su pareja. No siempre habla pero siempre está al lado del que fuera presidente del Fondo Monetario Internacional.
El escarnio público, llamado ahora también 'pena del telediario, no les ha separado: todo lo contrario. Quienes les conocen bien aseguran que están más unidos que nunca y que Rodrigo quiere por encima de todo aprovechar la vida junto a su chica de 44 años.
Alicia González ahora trabaja como periodista de economía (sólo para temas internacionales) en el diario El País. Pero conoció a Rato cuando estaba en el gabinete de prensa del ministerio de Economía.Se enamoraron locamente. No les importaron ni la diferencia de edad ni que el entonces político estuviera casado y con hijos.Rato dejó su casa de El Viso y se mudó con Alicia a un piso de 80 metros en la calle Menorca, cerca de El Retiro. Luego llegáron los años en Washington, en un casoplón a las afueras, con los lujos y tratamientos propios del máximo dirigente del FMI. Pero a Alicia eso no le gustaba y el amor puso con la carrera imparable de Rodrigo, que regresaría a Madrid para hacerse cargo de Bankia, "un caramelo envenenado por sus propios amigos de PP", según nos asegura un periodista experto en las andanzas y desventuras del ex ministro.
El repudio social con el que Alicia y su pareja han de enfrentarse a diario les ha obligado a reducir sus salidas. Recientemente Rodrigo Rato viajó a Barcelona para asistir al funeral del empresario catalán Leopoldo Rodés. Allí coincidió con lo más granado de la clase política y las mejores familias de la ciudad. Esta vez no fue abucheado, como cuando acudió al funeral de José Manuel Lara, aunque tampoco fue recibido con la calidez de antaño. Todos han abandonado a Rodrigo Rato. "Pero Alicia González no lo ha hecho ni lo hará", explica un ex compañero de la periodista.
Sobre temas económicos españoles Alicia González no escribe ni opina, al menos, en público. Se mueve en el ámbito internacional. En El País ha entrevistado a Thomas Pikketty, autor de El Capital del siglo XXI​, crítica frontal al capitalismo tal y como se ha entendido en los últimos años. Ha escrito sobre Grecia y su situación económica o ha cubierto el Foro de Davos.
Aunque no lo parezca por su habitual seriedad en las apariciones públicas, la periodista muestra en privado un fino sentido del humor. A algunos compañeros de su tertulia en Onda Cero les enviaba tuits con el vídeo de Abba de Money, money, money​.
Alicia González es una mujer lo bastante fuerte como para apoyar a Rato y aguantar lo que haga falta. En la redacción de CNN + era "una apasionada discutidora", recuerda uno de sus compañeros de entonces. Aunque a menudo era "divertida", asegura. "Nunca dio la sensación de que su ideología se acercara ni de lejos al PP", afirma a este portal.
Pero el amor está por encima de ideologías.