El hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin jugó este sábado con el Barça B en el pabellón municipal de Pontevedra y lo hizo ante un espectador de lujo: su abuelo Juan Carlos. El emérito dejó por unas horas Sanxenxo para apoyar a su nieto, un gesto de cariño que él ha agradecido públicamente con una espléndida sonrisa: "Me ha hecho mucha ilusión".
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El joven, muy amable con la prensa, ha asegurado que para él fue "un orgullo" ver a su abuelo "en las gradas". Pablo lo saludó con un efusivo abrazo cuando finalizó el partido e incluso le besó la mano, un reflejo protocolario.


La escapada del emérito se saldó con dos anécdotas: el bastonazo que don Juan Carlos le dio a uno de sus escoltas para que le ayudara a bajar las escaleras de las gradas y el resbalón del padre del rey Felipe cuando trató de levantarse de su asiento. Por fortuna, sus amigos Pedro Campos y Pedro de Borbón Dos Sicilias lo sujetaron a tiempo de que se lamentaran consecuencias. El rey recibió no solo el cariño de su nieto, sino también el de otros jóvenes deportistas con los que se fotografió sonriente.
