Son numerosas las series y las películas en que pandas de amigos, con la testosterona disparada, intentaban entrar por tierra, mar o aire en la mansión de Hugh Hefner y ver a las famosas 'conejitas'. Pero lo que se cocía allí dentro era un festival de delitos: abusos sexuales, drogas y prostitución que fueron eclipsados por el poder de Hefner. El documental Secretos de Playboy, que emite AMC Crime, lo desvela todo.
Con la salida al mercado de la revista Playboy en 1953, Hugh Hefner se convirtió en la envidia del americano medio por salir siempre rodeado de mujeres y disfrutar de famosas fiestas en su mansión, un resort para los voyeurs y para las celebridades, un lugar en el que se garantizaba la discreción de sus huéspedes y sus correrías de cama con las 'conejitas'. Para muchos intelectuales fue uno de los bastiones de la contracultura que estaba germinando, al representar la libertad sexual, incluso llevado al límite.
Sin embargo, solo simbolizaba la citada libertad sexual para los hombres, por mucho que las féminas podían enseñorearse por la casa escasas de ropa, con una sonrisa y unos buenos pechos como carta de presentación.

En el documental Secretos de Playboy, de diez episodios, se muestra el lado oscuro que no reflejaban ni los flashes de las fotografías ni la luz de las cámaras. Porque Hefner era un tirano con las chicas, que las consideraba de su posesión. Con un estilo dinámico y muy bien documentado, el documental se esmera en contar las entrañas del imperio. Todas las jóvenes eran idénticas: sus melenas eran rubias y con unas medidas muy parecidas. Era el Frankenstein contemporáneo y aprovechaba ese patrón físico, que a lo largo de los años se multiplicaba por mil, para enfrentarlas entre sí con el fin de ser una de las amantes de Hefner, el gran manipulador.
En la producción hay testimonios de Jennifer Saginor, la hija de un amigo de Hefner; Sandra Theodore, Holly Madison y Bridget Marquardt, ex novias del magnate; ex 'conejitas' y también algunos de sus amigos, que le siguen defendiendo cinco años después de su muerte, a los 91 años.

La capacidad de persuasión de Hefner era conocida. A muchas de ellas les abría su mansión, les introducía en su organigrama de 'conejitas' y les prometía que sería una rampa de lanzamiento para trabajar en el cine o la televisión. Pamela Anderson y Anna Nicole Smith lo lograron pero a medias: la segunda se suicidó y Anderson se ha convertido en una caricatura. Mientras, Hollywood miraba para otro lado porque ellas nunca pusieron denuncias. Era un especialista en borrar las huellas gracias a un equipo que creó para que no saliese a la luz ningún escándalo sobre agresiones sufridas por sus chicas o las camareras. En el caso de que fuesen drogadas y violadas se veían abandonadas a su mala suerte. Todo con tal de que no se agrietase su figura.
Con la policía tampoco tuvo demasiados problemas salvo con la agencia antidroga estadounidense en los años 70, por el uso de estupefacientes dentro de la mansión Playboy. Entre las celebridades que frecuentaban estos eventos estaban Roman Polanski, Bill Cosby, Woody Allen (años después, los tres se vieron envueltos en problemas judiciales por abusos sexuales), Jack Nicholson, los Rolling y Will Smith.