Marvel Studios tiene un buen colchón al ser una filial de The Walt Disney Company pero no estaría es su órbita si no le garantizase llevar a la gran pantalla y a la televisión el universo de los cómics de Marvel. Como sus aficionados son tan adictos como exigentes en las adaptaciones audiovisuales, no quiere vivir de los laureles. Así, hoy estrena Doctor Strange en el Multiverso de la Locura, personaje que ya ha interpretado Benedict Cumberbatch en otras ocasiones. El intérprete se marca una interpretación convincente demostrando que es un actor muy reacio a encasillarse, aunque no siempre sus elecciones sean las más acertadas.
Puede que sea una teoría que se sostiene con alfileres, pero es probable que si la burbuja de las series y de ver películas en el salón de casa no cesa, las pocas posibilidades que tiene Hollywood de sobrevivir sean las superproducciones cada vez más aparatosas y sofisticadas en sus efectos especiales. Poco importa que sean cintas de acción, de héroes, ciencia ficción...
Menos mal que Doctor Strange en el Multiverso de la locura ha caído en buenas manos y en la mejor mirada para este tipo de género. En la de Sam Raimi, un cineasta no demasiado apreciado en el Hollywood que todavía no ha caído en la tentación de comer palomitas mientras ve una producción, pero con una legión de seguidores de terror y demás géneros que repelan algunos cinéfilos con ínfulas.

Raimi es el máximo responsable de títulos como Posesión infernal (1981), El ejército de las tinieblas (1992) y Spider-Man (2002), Spider-Man 2 (2004) y Spider-Man 3 (2007).

El Doctor Strange es un cirujano con maneras de héroe atípico. Se mueve como si estuviera haciendo Tai-chi y está dotado de una elegancia innata. Su privilegiada mente le prepara un aprendizaje de multiverso pleno de alternativas. Raimi y los guionistas han decidido no ser pomposos y optar por un humor algo gamberrete. Sufre por amor, pero tiene una misión aún más importante por culpa de un enorme pulpo.

Strange no tiene mejor idea que poner en marcha un hechizo prohibido que abre la puerta al multiverso, incluso con versiones alternativas de sí mismo: transmuta en héroe en un peligro. O puede que no, porque entra en escena America (Xochitl Gomez). Cae en la cuenta de que no sabe si la ha visto en un sueño o en una realidad relativa en algún lugar del multiverso. Sin embargo, tiene muy clara su misión. Ya que America no puede controlar ese don, que parece una maldición, Strange tendrá que protegerla.

Doctor Strange en el Multiverso de la locura, que es una secuela de Doctor Strange (2016), es una cinta apabullante, ideal para un día de bajón anímico, es entretenida y resultona. Todos los elementos fílmicos (fotografía, efectos especiales, música, sonido, etc.) van en la misma dirección, al igual que los intérpretes.
La principal virtud de Benedict Cumberbatch es que se cree su papel, por muy estrambótico que sea. Además, jamás pensé que verbalizaría esto, pero ya queda por escrito. Elizabeth Olsen, aparte de desmarcarse de sus hermanas, las insoportables hermanas Olsen (Mary-Kate Olsen y Ashley Olsen), está perfecta como Wanda. Lástima que la película padezca algunas lagunas narrativas que le restan puntos al resultado final.