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Paul Verhoeven ('Instinto básico') echa de menos las escenas de sexo en la saga de James Bond

Es un director irregular que se dio a conocer en Hollywood por Instinto básico y la presencia incendiaria de Sharon Stone. Algunas de sus cintas se caracterizan por su alto erotismo, tanto en Holanda, su país de origen, como en la Meca del Cine. De ahí que ponga en evidencia algo de lo que los espectadores también se han dado cuenta: James Bond, que siempre ha sido un seductor, parece que se ha dado de baja, al menos en las imágenes, ya que raramente se ve una escena pasional. Verhoeven ha reaccionado con virulencia en The Times: "¡Siempre hubo sexo en las películas de Bond! Nunca mostraron un pecho, pero tenían algo de sexo".

Otro director, David Cronenberg, se ha unido a esta cruzada pero centrándose en las cintas de acción. Dice que al cine de superhéroes les falta sexo.

El sexo es marca de la casa en la filmografía de Paul Verhoeven. Justamente le llamaron de Hollywood tras de ver una las películas que rodó en Holanda, Delicias Turcas (1973).

Después, en teoría, todo iba a ir rodado con Instinto básico (1992) gracias al personaje bisexual y descarado en su forma de seducir, interpretado por Sharon Stone, que volvió loco a Michael Douglas.

Al año siguiente, para seguir subido en lo más alto de la ola, estrenó Showgirls (1995), que narraba la vida de una chica de provincias que se busca un futuro en Las Vegas como bailarina erótica. No fueron suficientes las secuencias sexuales. La cinta fue un fracaso en la taquilla. Ese mismo año le humillaron con varios premios Razzie, que distingue a las peores películas del año. En uno de los últimos filmes, Benedette (2021), pone el foco en el lesbianismo.

El director considera que la saga de James Bond ha perdido un elemento fundamental que le hacía aún más atractivo al personaje: su cualidad para seducir y llevar al lecho al cualquier mujer a la que le echase el ojo (como se ve en la imagen). Ahora casi parece un efebo. "¡Siempre hubo sexo en las películas de James Bond! Nunca mostraron ni un pecho, pero tenían algo de sexo". Puede que se refiera a la salida del mar con un bikini de vértigo de Ursula Andress en Agente 007 contra el Doctor No (1962).

Su visión del sexo en el cine es cristalina. Opina sobre su ausencia en los blockbuster. "No lo entiendo, sin ello no habría más especies, ¿así que cuál es el secreto? Hay una nueva pureza", dice. "Solo ofrecen colisiones y explosiones. Y algunas veces son divertidas, pero su narrativa no nos cuenta nada sobre nosotros".

Otro director que le sigue la corriente, y también la percepción sobre el erotismo en el cine es David Cronenberg, uno de los cineastas más perturbadores, con sus altos y bajos, del cine. En Inseparables (1988), Jeremy Irons interpreta el papel de dos gemelos idénticos que son ginecólogos. Elliot, el más extrovertido, tiene relaciones esporádicas con sus clientas y cuando se cansa de ellas, se las pasa a su hermano Everly, más tímido. Un día conocen a una fémina. Ella les descubre la perversión sexual, las drogas y, finalmente, la locura.

Crash (1996) destroza las convenciones y agita la mente del espectador. Los protagonistas sufren de sinforofilia, una excitación sexual cuando sufren un accidente de tráfico. Su líbido se dispara cuando recrean los accidentes de personas famosas y las fotografías de heridos y muertos en la carretera in situ. La cinta produce tanta repulsión como fascinación. 

Con estos antecedentes, no es de extrañar que ponga el grito ante la nuevas películas de superhéroes castos. Son completamente asexuales. A lo que sigue la declaración que llama más la atención: "Para mí, las películas son sexo. El cine está hecho para el sexo, no cabe duda". Pedro Almodóvar se unió a esta apreciación y comentó que "la sexualidad parece no existir para sus personajes".

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