Cubierta de negro, la tonadillera ha reaparecido este martes 22 en el Juzgado de lo Penal número 5 de Málaga para prestar declaración ante el juez, acusada del presunto delito de insolvencia punible, por el que podría enfrentarse a una pena de hasta 3 años de prisión y a una multa que ascendería a 11.000 euros. Isabel era la imagen del abatimiento y el desánimo. En la sala, no ha podido contener las lágrimas ante el juez.
Pese a que se especuló con que la tonadillera habría intentado anular su comparecencia alegando problemas de salud, e incluso se dijo que podría declarar por videoconferencia, Isabel Pantoja ha hecho el paseíllo a los juzgados. Ha llegado puntual y con la cabeza alta, en medio de una enorme expectación.

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Rodeada de agentes de la Guardia Civil que la protegían del público y los medios, la artista ha llegado a los juzgados acompañada por su hermano, Agustín. Se la veía desbordada, ocultando su nerviosismo y preocupación bajo una mascarilla negra y sus gafas de sol Rayban.

Con el pelo recogido en una cola de caballo y un sencillo abrigo estilo plumífero, también negro, Pantoja ha entrado en los juzgados visiblemente abatida y sin hacer declaraciones.


Al sentarse en el banquillo, el juez le ha preguntado cómo se encontraba. La sevillana, derrotada, se ha echado a llorar.

La madre de Kiko Rivera se encuentra declarando ante el juez como administradora única de la sociedad Panriver 56 S.L., acusada del delito de cooperadora necesaria de insolvencia punible por la venta de su casa de La Pera en el año 2015. De ser declarada culpable, Isabel podría regresar a prisión, reviviendo una pesadilla que años después todavía no ha conseguido superar.
