Allá por 1974. el director Tobe Hooper innovó en el cine de terror gore para siempre, con códigos nuevos, atrevidos y muy freaks gracias a La matanza de Texas. Desde el 18 de febrero se puede ver en Netflix. Se trata de la novena película basada en esta franquicia.
Dirigida por David Blue García, un director con únicamente dos películas en su haber, el reparto está plagado de jóvenes actores que sirven como anzuelo para atraer a un público juvenil al unir suspense, terror y sangre, mucha sangre... Lo primero que había que hacer era actualizar la trama. Lo que antes eran unos hippies ahora son unos influencers a los que les deja tirado el coche en un pueblo de Texas. Para su desgracia se encuentran a uno de los asesinos más famosos de la historia del cine: Leatherface y su famosa motosierra, para la que no hay carne humana suficiente con el fin de hacerla picadillo y de paso hacerse unas máscaras con su piel.

Después de nueve cintas, el principal problema es lo que casi siempre suele suceder con las secuelas. El efecto sorpresa ha desaparecido pero mantiene su esencia: una película escapista, de puro (y duro) entretenimiento que, si no fuese por algunas escenas que invitan al insomnio, se olvida tan rápido como las palomitas que has comido durante el visionado. Según el portal especializado en cine y series IMDb, está entre los filmes más populares ya que se encuentra en el puesto siete. Sin embargo, su puntuación con respecto a su calidad como película se queda en los 5.
Tampoco parece que haya convencido a la critica especializada. En The New York Times comentan: "Si bien Leatherface, el homicida que fabrica máscaras con la piel de sus víctimas, podría estar más ocupado, su capacidad para asustar ha disminuido considerablemente". El diario británico The Guardian tampoco es demasiado complaciente: "Sería generoso llamar a la película una continuación de la saga La matanza de Texas: Es más como una nota a pie de página empapada de sangre pero que no da miedo".