No habían nacido ni uno ni otra cuando en 1977 Roger Moore protagonizó La espía que me amó, donde el espía más famoso de la historia vive emocionantes aventuras contra los malos. Aquí no sabemos quiénes son los buenos, James Bond parece que era ese oscuro ser llamado Carromero, y el MI6 está en Génova, según la presidenta de la CAM. ¿Cómo acabará la película?
La discrepancia esencial
El quid de la cuestión sobre el que descansa la guerra que ha abierto en canal al Partido Popular está en una opinión: Pablo Casado cree que, independientemente de que sea legal o no, Isabel Díaz Ayuso no debió permitir que su hermano cobrara una comisión de casi 300.000 euros por la venta de mascarillas para la Comunidad de Madrid que ella preside. "No es ejemplar", ha dicho a Carlos Herrera en la Cope.

Por contra, Isabel Díaz Ayuso, que admite el pago de comisiones a su hermano (55.850€ más IVA, según la presidenta), no compra el dicho de que la mujer del César (en este caso la hermana) además de ser buena ha de parecerlo. Para la presidenta, no hay problema en que su hermano se llevara esos 280.000 euros en un momento tan delicado de la pandemia, en el que en España morían 700 personas diarias.
La mejor oferta
Lo que explican fuentes del entorno de Ayuso para justificar lo ocurrido es que, realmente, el amigo de Sotillo de la Adrada, ofreció la mejor oferta, al mejor precio, y que su hermano se llevó legalmente lo que para muchos es una "mordida".

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Otra cosa es que, para despistar y que el público mire al dedo en vez de a la Luna, el aparato de comunicación de Ayuso, liderado por Miguel Ángel Rodríguez, montara el asunto del espionaje: la mordida de casi 300.000 euros es la Luna y la supuesta trama de espionaje sería el dedo.
No espió
Casado también ha negado que su partido haya contratado a un espía para investigar a la familia de Ayuso. "Es falso que se contratara un espía. Y si alguien lo hubiera hecho, sería cesado. Se ha oído la grabación de un presidente de una empresa municipal hablando con un presunto espía sobre que le había llegado una información precisamente sobre si conocía este espionaje. Eso nos daría la razón porque el espía nos dice que no", asegura.

En este aspecto, el líder del PP defiende que "no hay pruebas" contra el PP y que se está "alargando un montaje para no poner el foco en lo que yo intenté recabar internamente".
Tráfico de influencias
El presidente del PP Pablo Casado cree que la presunta 'mordida' de 283.000 euros del hermano de Isabel Díaz Ayuso en un contrato público para mascarillas "tiene un un importe relevante como para pensar que ha habido tráfico de influencias".
El líder del PP ha respondido así por primera vez a las acusaciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre un presunto espionaje y una actuación "cruel" contra ella por parte de la dirección de su partido.

"Más allá de que sea ilegal, la cuestión es si es entendible que el 1 de abril de 2020, cuando morían en España 700 personas, se pueden contratar con tu hermana y recibir 300.000 euros por vender mascarillas. Yo no permitiría que mi hermano cobrara 300.000 euros por un contrato decidido en un consejo de ministros", ha dicho, ignorando que ocurriera bajo el amparo de una situación de emergencia.
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Casado, que reconoce que la guerra abierta con Ayuso está dañando la imagen de su partido, dice tener "la conciencia muy tranquila". Y añade que "lo que ocurrió ayer es algo que no merezco personalmente. Jamás he retirado mi apoyo a Díaz-Ayuso, a la que apoyo desde hace 17 años. Nadie ha defendido más en España a Díaz Ayuso que yo, pero creo que puedo pedir en privado una información que es relevante. ¿Qué he hecho mal?", ha explicado en la entrevista con Carlos Herrera.

Casado ha explicado que a finales de verano recibió "una información con datos fiscales y bancarios" sobre el presunto cobro de esa "mordida", aunque niega que la recibiera directamente de Moncloa. "Deduje que venía de alguna entidad pública, pero no le dije a Ayuso que procedía del Gobierno", ha dicho, desmintiendo las declaraciones que hizo ayer Ayuso durante su intervención ante los medios. "Le pedí que me dijera si era cierto. Ella me dijo que así lo haría y esta respuesta no llegó nunca", señala. El presidente del PP niega que pusiera el contrato investigado sobre la mesa para forzar a Ayuso a una dimisión.
Preguntado por la dimisión de Carromero, señalado por ser el promotor de dicha petición de espionaje, Casado se ha limitado a decir que ha abandonado su cargo para que su defensa personal "no afecte al alcalde de Madrid".
El divorcio
El divorcio de Pablo Casado y Ayuso es la ruptura de una relación personal y política de 17 años. "Fue una de las primeras personas que conocí en el PP y desde entonces ha sido como un hermano, uno de mis mejores amigos y alguien a quien quiero muchísimo", decía no hace un año en una entrevista a Vanity Fair. Todavía desayunaban juntos una vez a la semana.

En 2005, Isabel Díaz Ayuso, con 26 años, se afilió al PP de Madrid. Por entonces, el presidente de Nuevas Generaciones del partido regional era Pablo Casado, dos años y medio menor, un chavalín de 24 años. Eran jóvenes, guapos y con las mismas inclinaciones e inquietudes políticas.
Su madre política común fue Esperanza Aguirre. Isabel, en labores de prensa, con Alfredo Prada, Consejero de Justicia y vicepresidente de la Asamblea. Pablo fue portavoz de la Comisión de Justicia en sus dos años de diputado autonómico. Tres años después, en 2009, Ayuso permaneció con Aguirre pero Casado entró a trabajar con Manuel Pizarro, ex Endesa, gran apuesta económica de Rajoy en 2008.
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Diez años después, Casado era nombrado presidente del PP y se acordó de su amiga Ayuso, que era diputada autonómica, para presentarse a las elecciones de 2019, con el partido tocado tras la retirada de Aguirre, la caída en desgracia de Ignacio González, el caso Cifuentes y la espantada de Ángel Garrido, expresidente de la Asamblea que terminaría fichando por Ciudadanos. Hasta que la llamó Casado, Ayuso no había pasado del puesto 23 en las listas autonómicas del PP.
La apuesta de Casado
Nadie en el PP nacional salvo Pablo daba un duro por la original candidata pero la maquinaria del PP siguió las órdenes del presidente e Isabel Díaz Ayuso logró ser investida presidente pese a perder las elecciones frente al PSOE, gracias al apoyo de Ciudadanos, para gran regocijo del propio Pablo Casado, de García Egea y de la de la entonces portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo, que fueron a aplaudirla.

Pero Ayuso empezó a volar sola y a tomar decisiones por su cuenta, como la de elegir a Miguel Ángel Rodríguez, uno de los fontaneros que aupó a Aznar. MAR había entrado en la campaña de Ayuso en ese enero de 2019 como consultor, y la presidenta le recompensó nombrándole jefe de Gabinete.
Un MAR de problemas para Teo y Casado
MAR y el primer confinamiento fortalecieron a Ayuso, que hizo caja y bandera con su enemistad hacia Pedro Sánchez y sus ataques a Moncloa. Casado empezó a mosquearse ante el imparable tirón mediático de Ayuso, que vertebró su discurso en torno al pulso entre Madrid y el resto de España, incluyendo a los otros barones del PP.
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En 2021 Ayuso rompió con Ciudadanos y convocó elecciones para el 4 de mayo. Multiplicó por dos el resultado anterior. Egea, que le había hecho el trabajo erosionando a Ciudadanos, impuso a una cuña llamada Toni Cantó en los primeros puestos de la candidatura y la madrileña, que nunca quiso tragarse ese sapo, se salió con la suya porque el actor no estaba empadronado en Madrid con el tiempo necesario. Pero tuvo que regalarle después la Oficina del Español.
La Cid campeadora contra Iglesias
Ayuso reforzó aún más su imagen como la tuneladora que perforó a Pablo Iglesias hasta desintegrarlo, el vice de Sánchez le hizo la campaña a Isabel presentándose como candidato de Podemos por Madrid. El error supuso crisis de Gobierno, la llegada de Yolanda Díaz a la vicepresidencia, y sacó de la política al podemita. Pero sobre todo convirtió a Ayuso en la Cid Campeadora, figura mítica que había descabalgado al coletas. Que se la cortó y se metió a tertuliano. "España me debe una", repitió Ayuso. Por supuesto, con esas cartas en la mano, la flamante presidenta reclamó la presidencia del partido en Madrid, aún en manos de una gestora.

Para entonces, Casado y Egea ya daban vueltas en sus despachos, con las manos detrás anudadas en la espalda, haciendo surco en el suelo como Mortadelo y Filemón cuando cavilaban, de tanto andar pensando en cómo parar a esa chica que se les había ido de las manos y evitar que concentrara todo el poder del partido en manos de la lideresa. Ya conocíamos todos (ellos también) la historia de Esperanza Aguirre y sus desencuentros con Rajoy.
"Putaditas"
En septiembre salieron a la luz las tensiones cuando Ayuso exigió un congreso en fechas convenientes y esgrimiendo los estatutos. Mientras, Génova dejaba caer el nombre de Almeida y Teodoro, Casero y Carromero ya filtraban "putaditas" contra Ayuso en donde se los compraban, por utilizar la expresión empleada por una fuente del entorno de Ayuso.


En el congreso nacional del partido MAR aconsejó a Ayuso que retrocediera un poco y ella apareció para actuar en la comedia titulada "M sitio está en Madrid", una comedia divertida que nos levantó alguna sonrisa, especialmente en la parte en la que la presidenta de la CAM prometía ser buena y dejar que Casado siguiera en Génova.
En la segunda línea de fuego, la más cruenta y evidente por entonces, García Egea y Miguel Ángel Rodríguez se repartían las tortas en los titulares, una vorágine de batallas que ha terminado por romper al partido. Ayuso bloqueó a García Egea en Whatsapp para que no le preguntara más por su hermano y luego iba a El Hormiguero a contarlo.
Solo la obligada tregua electoral les hizo bajar las armas pero 24 horas después de la victoria pírrica de Mañueco, Ayuso ya decía los contrario que Casado y pedía unirse a Vox sin complejos.
MAR tira de manual: el dedo y la Luna
Viendo que la explosión sobre el tema de los 280.000 euros del hermano de Ayuso era inevitable, MAR decidió montar una explosión controlada y puso el foco en el dedo, para que la gente mirara ahí en lugar de a la Luna: lo importante no es que el hermano de la presidenta trincara 283.000 euros (legalmente o no), lo importante es que Pablo Casado espió a Ayuso, la guerra sucia contra la gran esperanza blanca del PP.

Por eso filtró a El Mundo que el Ayuntamiento de Almeida había encargado un espionaje por el caso de su hermano para destruirla, no por imponer la ejemplaridad. Egea se refería a Ayuso como corrupta y anunciaba la apertura de un expediente contra ella.
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