Gustavo González y su socio, Diego Arrabal, han perdido la batalla judicial con Mariló Montero y su sociedad ha sido condenada a pagar 340.000 euros por atentar contra el honor de la presentadora.
Mariló Montero denunció haberse sentido "acosada" por la agencia de estos fotógrafos, alegando que "le habían perseguido de manera continua". Por ello, no solo pide esta cantidad económica, sino que quiere recurrir la sentencia para ver en la cárcel a los paparazzi (pide seis años de prisión para ellos y una inhabilitación, además de la compensación económica).
Este sábado, 15 de enero, Arrabal ha estado en el plató de Viva la vida y ha hablado de todo esto: "Trabajo dentro del marco jurídico. Esto es un misil hacia la prensa del corazón. Si no puedes hacer fotos a una persona pública en un lugar público, apaga y vámonos. Eso de que era un lugar privado es mentira. Y encima no se publicaron, vamos a recurrir. Vamos a llegar a Europa si hace falta".
"He hablado con juristas y jueces y se ponen las manos en la cabeza porque no está argumentado. Se ha demostrado que no hemos filtrado nada y cuento otra cosa. Mariló ha dicho que se vio obligada a recurrir a la justicia pero no está diciendo la verdad. Pedimos perdón aunque no éramos autores materiales, me puse en contacto con ella a través de otra persona, actuando de buena fe, pero me dijo que no", es el mensaje que Diego le manda a Mariló mirando a cámara.
"Lo veo injusto. No somos asesinos ni violadores. No hemos hecho nada. Se ha demostrado que no hay playas privadas en Bora Bora. Eso el juez no lo tiene en cuenta". Además, Arrabal destapa la raíz de esta sentencia, contando algo que sucedió en el pasado con la revista Lecturas. "Si hay que ir a la cárcel se va, pero es una vergüenza".
"Esto no es una sentencia, es condenar a una familia. Tengo hijos, hipoteca, como todo el mundo. Es desorbitado, no tiene sentido. Nosotros no ganamos ese dinero. Es una barbaridad, y el juez lo sabe", se queja Diego, que vuelve a recordar que ha demostrado toda su inocencia, pero el juez no lo ha tenido en cuenta. "Yo creo en la justicia, en mayúsculas, no me gusta jugar once contra doce".