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Las cenizas de Jaime Ostos se esparcirán en la plaza de toros de su Écija natal

Jaime Ostos lo tenía muy claro. Se lo dijo a su esposa Mari Ángeles Grajal y a su hijo Jacobo: "El día que me muera quiero que se incinere mi cuerpo y que mis cenizas se esparzan en la plaza de toros de Écija". Frase que nos confirma su hijo: "Mi padre nos pidió eso hace años y cumpliremos sus deseos dentro de unos días".

Y su viuda, la neumóloga Mari Ángeles Grajal, hará realidad ese deseo póstumo en un par de semanas. Jaime sentía un gran apego hacia su pueblo: sus paisanos le dedicaron un homenaje en marzo del 2003, inaugurando un monumento en su honor. El torero, fallecido a los 90 años, estaba orgulloso de sus orígenes y tenía muchos y muy buenos amigos en la localidad sevillana, a los que solía visitar todos los años.

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Pero antes de ese acto, como ya hemos informado, tendrán lugar otros dos, uno en Madrid y el otro en Sevilla. El primero, el próximo 20 de enero, con un funeral en la iglesia de Santa Bárbara; y el segundo, dos días más tarde, en la plaza de toros de la Real Maestranza de la capital andaluza.

En Écija se prepara otro homenaje, desgraciadamente póstumo, para despedir al que es uno de sus hijos predilectos.

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