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El peor enemigo de Cayetana Álvarez de Toledo no es Pablo Casado sino Donald Trump

La tarde de este lunes, la sociedad de Madrid que no se pierde un estreno de cine o teatro, una fiesta benéfica o la inauguración de una tienda de lujo, tenía dos opciones: asistir a la presentación de Políticamente indeseable, el libro de Cayetana Álvarez de Toledo, la diputada rebelde del Partido Popular; o divertirse haciendo una buena obra, con la subasta de capones y pavos de Cascajales, cuya recaudación va a parar a Nuevo Futuro, la oenegé que ayuda a miles de niños vulnerables a tener una familia de acogida que les proporcione calor de hogar, educación y dignidad.

El tradicional Rastrillo que se celebra cada otoño en la Casa de Campo de Madrid es uno de los principales sustentos económicos de Nuevo Futuro, pero como ni este año ni el anterior, debido a la pandemia, ha podido celebrarse, la Fundación Cascajales y Caixa Bank, decidieron que la recaudación de la habitual subasta de capones pre-navideña se destinaría este año a la oenegé fundada hace más de 50 años por la infanta doña Pilar, Rocío Falcó, hermana del marqués de Griñón, la duquesa de Alba y la asturiana Carmen Herrero, entre otras damas 'bien', entristecidas por la situación de los niños que visitaron un día en un hospicio en tiempo del franquismo.

El público que llenó el salón del hotel Palace, donde Agatha Ruiz de la Prada y Boris Izaguirre amenizaban la subasta, dirigida por Flavia Hohenlohe, ex directora de Sotheby's, era mayormente gente cercana al Partido Popular. Sin embargo eligieron los capones de Cascajales, en lugar de aplaudir a Cayetana Álvarez de Toledo, a la que los dirigentes del PP dieron la espalda. No estaba bien visto apoyar a la 'políticamente indeseable' militante, defensora a ultranza de la presidenta Isabel Díaz Ayuso y que podría estar a punto de que la expulsen de las filas del partido que preside Pablo Casado, aunque la hispano-argentina dice que eso no ocurrirá.

Así que buena parte de la alta sociedad de Madrid optó por pagar fortunas por los 9 capones y tres pavos que formaban el lote a subastar. La recaudación ascendió a cerca de 80.000 euros y además la puja fue entretenida y sin riesgos políticos.

Uno de los capones mejor pagados de la noche, se llamaba Donald Trump, y se lo llevó por 3.500 euros un señor que no sabemos si es o no simpatizante del ex presidente norteamericano. Y es que para animar a llevarse al capón se ofrecían dos posibilidades: Si usted detesta a Trump, le corta el cuello al capón que lleva su nombre en venganza. Y si usted simpatiza con ese señor, puje por su homónimo el pavo, con la ilusión de cenar con Donald Trump el día de Nochebuena.

El comprador pagó por el animalito, pero no aclaró si odiaba o admiraba profundamente al polémico presidente.

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