Está harta de dar la callada por respuesta, de no contestar a los que le atacan, de ocultar sus verdaderos pensamientos en público. Belén Esteban quiere hablar pero tiene una razón importante para frenar sus impulsos: su hija Andreíta le ha puesto una mordaza en la boca para que ni se le ocurra comentar cualquier asunto que le competa a ella o a su padre, Jesús Janeiro.
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Al contrario que su hermana Julia, que sueña con convertirse en una gran influencer y no para de colgar sus fotos en las redes sociales, Andrea ha elegido el anonimato como fórmula de vida, nada que ver con su mediática hermana menor.
Muy poco se sabe de las andanzas de la única hija de la Esteban, ni sube imágenes, ni presenta a su novio británico en sociedad, ni acude a platós televisivos. Pocas veces la hemos visto en actos sociales, tan solo la pillan los paparazzi cuando su progenitora le monta fiestas de cumpleaños en su discoteca de cabecera, la madrileña Kapital.
Dicen que las dos hermanas se llevan muy bien, que hablan de vez en cuando por teléfono y que se han visto a escondidas en más de una ocasión. Pero tienen escasos puntos en común, el más importante, que son hijas del mismo padre. Poco más.