Este martes, el país nipón ha vivido un momento histórico. La princesa Mako, nieta de los emperadores eméritos y sobrina de Naruhito, ha contraído matrimonio con Kei Komuro, un ex compañero de universidad plebeyo por el que renuncia a su título real, a su status y a todas las joyas que la familia imperial le ha regalado en sus 30 años. Es la primera integrante de la familia imperial de Japón que rompe con la tradición desde la II Guerra Mundial.
De acuerdo con las leyes japonesas, los miembros femeninos de la familia imperial pierden su estatus al casarse con un "plebeyo". La vergüenza que abochorna al mundo es que los miembros masculinos no dejan de ser príncipes cuando contraen matrimonio con una mujer sin sangre azul.

Arriba: La princesa Mako de Japón (a la derecha) abraza a su hermana, la princesa Kako, en presencia de su padre, el príncipe Akishino, al salir de su residencia para contraer matrimonio con Kei Komuro, en Tokio.

Arriba: Kei Komuro sale de su casa en Yokohama, Japón, para contraer matrimonio con la princesa Mako.
Mako asumió las consecuencias de enamorarse de Komuro hace ya nueve años, cuando se conocieron en la Universidad Internacional Católica de Tokio. Se prometieron en 2017 pero las críticas han obligado a la pareja a retrasar su gran día, entre ellas, un escándalo relacionado con la madre del novio, a la que un ex amante acusó de deberle 30.000 euros (en Japón es una deshonra contraer una deuda con otra persona).

Por esa tazón, en la boda de Mako, celebrada este martes, se han evitado los ritos habituales de una boda real. También se ha rechazado la dote, un pago ofrecido a los miembros de la realeza tras su partida de la familia.
Mako es la primera mujer miembro de la familia real que ha rechazado tanto el estatus como el pago ambos. Se espera que el matrimonio se traslade a Estados Unidos, donde Komuro trabaja como abogado, una vez han contraído matrimonio.
Esta boda ha suscitado comparaciones con los duques de Sussex, lo que les ha valido a los recién casados ??el apodo de los "Harry y Meghan de Japón". Al igual que la actriz, Komuro ha sido objeto de un intenso escrutinio desde que se anunció su relación con la nieta del emperador del Japón.
La princesa Mako salía de su residencia en Tokio alrededor de las 10:00 hora local del martes (3 de la mañana, hora peninsular) para registrar su matrimonio, y se inclinó varias veces ante sus padres, el príncipe heredero Fumihito y la princesa heredera Kiko. También abrazó a su hermana menor antes de irse.
Se espera que Mako y su marido celebren una conferencia de prensa este martes, donde harán una breve declaración y responderán cinco preguntas seleccionadas que habían sido enviadas con anticipación por otros tantos medios.
La princesa "siente una fuerte sensación de ansiedad" por tener que responder a las preguntas verbalmente, dijo la Agencia de la Casa Imperial de Japón. Ha habido una cobertura mediática excesiva en torno esta boda a lo largo de los años, lo que ha provocado que la princesa sufra un trastorno de estrés postraumático.
Mako y Komuro se comprometieron en 2017; incialmente sus planes pasaban por casarse al año siguiente. Pero el matrimonio se retrasó después de las afirmaciones de que la madre de Komuro tenía problemas financieros: según los informes, había pedido un préstamo a su ex prometido y no le había pagado.
El palacio negó que la demora estuviera relacionada con esto, aunque el príncipe heredero Fumihito dijo que era importante que los problemas de dinero se resolvieran antes de que se casaran.
Los japoneses no apoyan a la princesa Mako, ni siquiera después de que ella renunciara a la 'dote' de más de un millón de euros que la institución facilita a las mujeres que salen de la misma por casarse con un plebeyo y con la que el pueblo llano creía que pagaría la deuda de su futura suegra. Este lunes, horas antes de la boda, la novia acudió al Palacio Imperial Takanawa para visitar a sus abuelos antes del enlace y allí encontró una manifestación con pancartas en contra de su prometido.

Por ello, la familia había decidido que su boda este martes fuea como finalmente ha sido: muy discreta y sencilla, sin la pompa tradicional de estos casos (la ceremonia sintoísta). Mako y Kei se dieronn el "sí, quiero" en una ceremonia civil privada
A pesar de todo, el amor se ha impuesto y la princesa ha cumplido así el sueño de su vida, que le ha costado su dinero, su status y hasta su salud, pues sufrió un trastorno de estrés postraumático a finales del 2018 debido a los obstáculos que le impedían casarse. Sus padres, Fumihito y Kiko, la han apoyado en todo momento y seguirán haciéndolo: "Quiero seguir prestándole mucha atención", dijo su madre hace unos meses.

Mako y Kei residirán en Nueva York, donde él ha aprobado el examen de abogacía y ha sido contratado en un prestigioso bufete. Mako y su marido se reencontraron el pasado lunes después de tres años sin verse, y ella visitó el viernes al emperador Naruhito para comunicarle oficialmente su enlace, como manda la tradición.