Fichar por Viva la vida ha sido para Raquel Mosquera un soplo de aire importante. No porque le guste trabajar en la tele, que dicho sea de paso no le disgusta, sino porque, según ha podido saber Informalia, su situación económica es más que delicada. La pandemia tocó de lleno sus negocios y los de su marido y aumentaron aún más las deudas adquiridas de la peluquera con Hacienda y ciertas entidades bancarias. Así las cosas, a sus 52 cumplidos hace una semana, Raquel no tenía más remedio que buscar una solución a la que agarrarse.
Según cuentan a Informalia, su sueldo como contertulia ronda entre los 500 y 600 euros por cada día que asista a plató. La que fuera mujer de Pedro Carrasco desde 1996 y hasta que el campeón del mundo de boxeo falleciera en 2001 sabe que, desde esa silla en el programa que presenta Emma García, tendrá que responder semanalmente a Rocío Carraco cuando empiece la segunda parte de su documental y eso le supondrá remover un pasado que a ella le causa mucho dolor, pero estaba obligada a aceptar la oferta.
De hecho, a partir de ahora será su estrategia económica. Sabe que sentarse en los platós y conceder exclusivas la pueden salvar de la ruina. Y así lo hará con las veces que la llamen del Deluxe y de su revista de cabecera. Dicen que algún mes le cuesta pagar los recibos, incluso se publicó que con su última exclusiva en el Deluxe pagó las nóminas de sus empleadas y saldó algunas deudas. Su situación ahora mismo es así. Y su enfermedad -ha estado ingresada hasta en dos ocasiones en los últimos meses- lo ha empeorado todo.
Hasta ahora, Raquel veía como única salida la venta de su casa de Galapagar (Madrid), un chalet de 377 metros cuadrados que adquirió poco después del fallecimiento del púgil onubense, y que ha sido su hogar hasta ahora. Pero hasta esto le ha salido mal a la peluquera. Raquel lo puso a la venta en junio pasado por 500.000 euros pero se vio obligada a bajar el precio sólo dos meses después en más de 30.000 porque no lograba desprenderse de ella. Y aún no lo ha hecho, algo que le preocupa y mucho.
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Su familia siempre ha estado ahí para ayudarla en todo lo que han podido, pero tampoco cuentan con excesivas posibilidades económicas. Raquel, según publicó Lecturas, tiene dos embargos con Hacienda. Uno de 2016, de más de cinco mil euros, y otro del pasado 3 de febrero, cuando la Agencia Tributaria anotó un gravamen preventivo en su vivienda por el que le reclaman cerca de 12.000. Pero quizás esto ya haya podido resolverlo con sus últimas exclusivas.
Además, la hipoteca de 270.455 euros que pesa sobre la vivienda no termina de pagarla hasta 2044. Y tras los problemas económicos, en 2020 pidió una moratoria de 3 meses y amplió 9 meses el vencimiento del préstamo, según desveló la misma publicación.
Así las cosas, parece que la única solución de Raquel pasaba por la televisión aunque eso le suponga un mayor control de su enfermedad, de la que todavía no se ha recuperado: "Estoy mejor. La docuserie me afectó bastante, se acumulan las cosas y después de ir al médico porque me encontraba con ansiedad decidieron que me tenía que quedar en el hospital. Al salir, me vino la depresión, que muchas veces es lo que ocurre con mi enfermedad, pero nunca me dio un brote psicótico", ha contado ella.