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Tamara y el sexo: todo lo que quiso saber de ella y no dice en su documental

Tamara Falcó, aunque está a punto de cumplir 40 años, no es de esas personas que se haya prodigado en pasiones, y dicen que su noviazgo con Íñigo Onieva es el primero que le ha llevado a sentirse plena y a conocer el amor verdadero.

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No es que no haya tenido parejas. Su primer amor, que sepamos, fue Alberto Comenge Barreiro. Ella tenía 23 años y el hijo del arquitecto Alberto Comenge y Mari Luz Barreiros, 27. También ha salido con el biólogo cuarentón Iván Miranda Álvarez-Pickman, o con el hijo de Carmen Tello y Miguel Ángel Solís, Enrique Solís, y con el italiano Tommaso Musini, además de con Bartolomé Fierro March, biznieto de la saga de banqueros. Pero dicen que no remató. Ninguna relación cuajó porque, como ella decía, "una cosa es sentir mariposas en el estómago y otra sentir que estás con la persona que compartirá su vida contigo". Tampoco cuajó su compromiso con Dios, aunque tuvo su momento de 'me meto a monja', como todo el mundo sabe.

Aquellas veleidades entre su fe y el tonteo soft las aderezó, siempre tan divertida, con sus frases sobre temas íntimos. En una entrevista concedida a El Mundo, la hija de Isabel Preysler aseguraba que en verano "siempre duermo con camisón de algodón", y de cara a la playa se mostraba partidaria del tanga brasileño en "mujeres que se lo pueden permitir y les queda fenomenal", sin embargo matizaba que "cuando el trasero es ideal queda precioso, pero si es asqueroso no", decía. Además, Tamara se declara "muy partidaria" de la depilación integral, aunque reconoce que le "choca ver a un tío sin nada de pelo" y afirma que "en las zonas íntimas cada uno que haga lo que quiera o lo que le guste a su pareja". Sin pelos en la lengua, como vemos. Ante la pregunta de si las mujeres fingen orgasmos, Falcó afirmaba en su día que "habrá de todo" y por último concluía que el tamaño importa "en las casas, cuando no tienes suficiente espacio".

Pero por mucha clase magistral de sexo que diera, la única hija en común que tuvieron el desaparecido Carlos Falcó e Isabel Preysler, una filipina más dada hasta donde se sabe a los maridos que a los amantes, ha descubierto el real love más o menos ahora, justo cuando se ha producido su gran estallido mediático, el que consagra a la flamante marquesa de Griñón como nueva reina del cuché, influencer, con novio cañón (con un punto toyboy), silla en El Hormiguero, ático propio, proyectos empresariales, más de un millón de seguidores en redes sociales y definitiva heredera indiscutible de la madre que la parió. La ganadora de Masterchef ya no es la hija más pija de la Preysler, ni la hermana pequeña de Enrique Iglesias. Es Tamara. Y solo eso justifica sobradamente que tenga su propio documental. Aunque en el docushow de Hola no habla de sexo ni de orgasmos.

Creíamos que lo sabíamos todo de Tamara Falcó, pero la marquesa de Griñón nunca deja de sorprendernos. Cuando falta un mes para que cumpla 40 años, el documental que Hola le dedica, y que se puede ver en Amazon Prime Video, nos descubre no solo nuevas facetas de su carisma, entre cómico y admirable, sino también muchos secretos de la extensa y variada familia que sigue interesando a todo el mundo desde hace más de 50 años.

Amigas del entorno de Tamara nos cuentan algunos detalles inéditos de la grabación del documental, como que en la mansión de Isabel Preysler, en la Avenida Miraflores del exclusivo entorno de Puerta de Hierro, la vida de familia no se alteró mientras toda una zona de la casa estaba acotada por el equipo de grabación, estilistas para elegir los tres cambios de ropa que lució la protagonista, peluquería y los técnicos.

Sin embargo, muy cerca y sin alterar su ritmo de trabajo, Mario Vargas Llosa escribía ante su ordenador en la biblioteca, que había sido la estancia favorita de Miguel Boyer, mientras Ana Boyer y sus dos hijos estaban en sus habitaciones del piso de arriba y la abuela Beatriz, todavía en forma y sin que nadie imaginara que fallecería pocos meses después, permanecía en el saloncito donde tenía por costumbre conversar con su familia, especialmente con su hija Isabel.

El llanto que asoma en los ojos de Tamara al recordar a su padre emociona al escucharla. En cambio, está menos nostálgica en su visita a Arga 1, el chalé de El Viso que fue el hogar de Isabel Preysler y el marqués, donde transcurrieron los primeros años de Tamara y donde se rompió el matrimonio de Preysler y Carlos Falcó. En el chalé vive, desde hace años, Flavia Hohenlohe, nieta de la duquesa de Medinaceli y directora (hasta hace unos meses) de la casa de subastas Sotheby en España.

Nos ha llamado la atención que entre todos los secretos de familia que cuenta Tamara, hablando de los distintos matrimonios de su madre y de su padre, no existe una sola mención a Esther Doña, cuarta esposa de Carlos Falcó. ¿Autocensura? ¿Silencio, respeto y elegancia hacia un matrimonio que nunca gustó a nadie de la familia? Ninguno de los cinco hijos del marqués de Griñón ha dicho públicamente una palabra contra su viuda, ahora enamorada del juez Santiago Pedraz.

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