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Cayetano Martínez de Irujo, sobre Afganistán: "Si Inmigración me pidiese ayuda con los refugiados, me prestaría"

Cayetano Martínez de Irujo está pendiente de la complicada situación que atraviesa Afganistán a raíz de la llegada de los talibán al poder. En una entrevista se ha pronunciado sobre el conflicto, desvelando que no le importaría echar una mano si Inmigración le pidiera ayuda. El hijo de la duquesa de Alba, que poco a poco se va recuperando de su último percance de salud, ha acogido en el pasado a varias familias de refugiados.

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Su madre le inculcó esta faceta solidaria, tal y como el propio jinete ha explicado en ABC: "Siempre me decía que las cosas se hacen pero no se dicen y no sabes la cantidad de cosas que he descubierto que ha hecho y que no ha dicho a nadie. Me encanta seguir el ejemplo de mi madre en eso", ha señalado. 

En 2016 trascendió que acogió a dos familias sirias en su finca sevillana Carmona: "Ahora son ciudadanos de este pueblo tan hospitalario y lo cierto es que se han integrado divinamente". Lo mismo hizo años atrás con tres ciudadanos africanos y más adelante con varias personas afganas. Pese a todo, piensa que toda la solución no pasa por acoger: "Tres cuartas partes del mundo quiere venirse a Europa y Estados Unidos y no puede ser. No podemos dejar que nuestro país se venga abajo tampoco". 

El hermano de Eugenia Martínez de Irujo también se ha sincerado sobre las historias que le contaron los afganos que acogió. Corrían un serio peligro tras la muerte de su padre, cooperante del Ejército de Estados Unidos: "A los cinco meses que acaba el luto, el resto de integrantes pasan a ser propiedad del hermano del padre, que era un tirano. Me llegó al alma la historia. A las chicas las venden en los pueblos como si fuesen ganado y al chico le iban a dejar morir porque tenía una enfermedad". 

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Ayudar a estas personas le cambió la vida: "Fue de las veces que yo más me he empeñado con algo. No sé si me costó más ser olímpico o esto". No obstante, su historia con ellos no acabó como esperaba: "Quisieron venir a Madrid, los metimos en un centro de acogida, conseguimos después una casa familiar, los escolarizamos y de un día para otro se montaron en un autobús y se fueron a Alemania sin decirme nada y hasta hoy". 

Pese a que esperaba una despedida, está dispuesto a ayudar de nuevo: "Si mañana me llama el director general de Inmigración y me pidiese ayuda, obviamente que me prestaría", ha sentenciado.

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