Totalmente devastada, Isabel Preysler se despedía este fin de semana de su madre, Beatriz Arrastia, que falleció en la mansión de la socialité a los 98 años tras unos meses delicada. En el velatorio la aristócrata estuvo acompañada tan solo por su pareja, Mario Vargas Llosa; por dos de sus hijos, Tamara Falcó y Enrique Iglesias; y por algunas de sus amistades más cercanas.

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Este lunes, un coche fúnebre recogía los restos mortales de la madre de Isabel. Después, el vehículo puso rumbo al Tanatorio de Fuenlabrada, donde ha sido incinerada en la más estricta intimidad.

Devastada, la filipina no ha abandonado su domicilio este lunes para estar presente en la incineración de los restos mortales de su madre. Todavía no ha trascendido dónde reposarán las cenizas. Como muestra de apoyo, numerosos ramos de flores han llegado durante toda la mañana a la casa de la socialité que, por el momento, no se ha dejado ver tras la dolorosa pérdida de Beatriz.

Isabel y su madre vivían juntas y su muerte llena de tristeza a la novia de Mario Vargas Llosa. Beatriz falleció en Madrid, donde vivía desde hace décadas en la casa de su mediática hija. Era una mujer adorada por su familia, sobre todo por sus nietos. Los cinco hijos de Isabel, los tres con Julio Iglesias, Tamara, la hija del marqués de Griñón, y Ana, hija de Miguel Boyer, la querían tanto que a pesar de la edad de su abuela, casi cien años, están devastados.

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Eran las cinco y media de la tarde de este domingo cuando aparecía en la puerta del inmueble un coche fúnebre para hacerse cargo de los restos mortales de la fallecida. Una fuente cercana a Isabel contó a Informalia que "desgraciadamente, está muerte no ha pillado por sorpresa a su familia, por lo que todos están tranquilos dentro del dramatismo del momento".

Aun así, uno de los paparazzi que hacía guardia en la puerta de la vivienda nos aseguró que escuchó "un grito desgarrador que venía del interior del chalet, pero no sabemos de quién es".

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