Carla Vigo tiene 20 años y a esa edad todo puede ocurrir y todo puede ser maravilloso o patético, y casi todo ha de perdonarse. Quien ha pasado por esa época de su vida lo sabe o lo ha olvidado. La sobrina de doña Letizia, que ejerce de veinteañera y últimamente exhibe sus actividades, lo daba todo este viernes de fiesta, donde perreó con su novio, cantó karaoke con su amiga Amor Romeira y zapateó con personajes como Las Mellis en el cumpleaños de un diseñador amigo suyo. La juerga fue televisada este sábado en Telecinco. Es libre Carla.
Pero esa misma sagrada libertad nos habilita para opinar. Ser amiga o amigo, o novio de Carla Vigo y salir de fiesta con ella garantiza a sus acompañantes una repercusión mediática que puede ser muy rentable, especialmente si los números organizados o surgidos de la espontaneidad del momento se difunden en las redes sociales de manera casi compulsiva.

Algunos de los personajes citados, que compartieron velada con la hija de Érika Ortiz y Antonio Vigo, aumentan su presencia en medios automáticamente gracias a estas madrugadas fiesteras. Y aquí estamos, hablando de ello.

Pero, más allá de la libertad de esta adolescente mayor de edad, huérfana de madre desde que la hermana de doña Letizia falleció el 7 de febrero de 2007, cuando la niña tenía 5 añitos, está la de opinar sobre lo que está sucediendo y cómo afronta la familia de Carla, toda la familia de Carla, esta exposición inhabitual para una sobrina carnal de una reina de España. Hemos dicho inhabitual. El buenismo fundamentalista no debe amputar la libertad de expresión: y ahí entra decir que es insólito que un personaje tan cercano a una reina de España se exhiba de esta manera, aunque tenga todo el derecho de hacerlo.

Los hechos relativos a su última salida conocida sitúan a la prima carnal de la princesa Leonor dándolo todo en el karaoke y demás escenarios, la sobrina de la reina aprovecha cualquier momento, hasta el punto de salir al escenario y eclipsar a las Mellis (encantadas con las fotos y los vídeos) con un taconeo sin precedentes, no muy bien vestida, con un look no especialmente favorecedor, con un estilo no muy glamouroso en general, y sobre todo sin respetar las distancias de las medidas anticovid, en un local cerrado. Pero no vamos por la parte del mal ejemplo que sin duda no le hará ninguna gracia a su tía, la reina Letizia. Eso es otro tema.
Carla Vigo no se pierde una sola fiesta en compañía de su novio y de su gran amiga Amor Romeira #Socialité477 https://t.co/6myppKNm3S
— SOCIALITÉ (@socialitet5) August 7, 2021


Vemos a Carla como una víctima de sus amistades, quizás amistades interesadas, y tal vez algo dejada de la mano de Dios por parte de sus familiares, algo desapadrinada o desamadrinada, o desabuelada, o desmadrada. No sabemos si, aunque sea mayor de edad, su padre, Antonio Vigo, está contento de verla así. Ni siquiera sabemos si la ve. Tampoco sabemos si su abuela materna, Paloma Rocasolano, tan pendiente de sus otras nietas, se echará las manos a la cabeza cuando exhibe Carla ese perreo con su novio, retratando la escena sobre la que ponen el cartel de PERREO REAL, en clara alusión a que se trata del perreo de la sobrina de Felipe VI.

Muchos veinteañeros hacen lo que les da la gana, pero de vez en cuando conviene tener una charla con ellos y decirles con el cariño de las personas que les quieren cosas que les ayuden a tomar acertadas decisiones. No es ningún crimen divertirse. No hay que tener miedo a divertirse con libertad y cada uno se divierte como puede o como quiere (respetando las normas, claro). Carla despierta ternura; tiene la belleza ingenua de la juventud extrema (nada que ver con su casi coetáneas Victoria Federica Marichalar o Ana Soria, por citar dos ejemplos).

Pero da la sensación de que la están utilizando para promocionarse, hacer programas, subir el número de followers... ¿Negocio interesado y disfrazado de amistad? Basta revisar las poses y los vídeos para que cada cual saque su conclusión.

Es una virtud carecer de ciertos prejuicios y ejercer la libertad de los veinte años. Pero es conveniente contar con consejeros desinteresados, familiares y amigos de verdad que la quieren, sin duda la quieren.
Tiene razón por ejemplo Carla Vigo cuando dice cosas tan hermosas como ésta: "La vida es más bonita si la bailas". Esta frase define la filosofía vital de la sobrinísima Carla Vigo Ortiz. Desde luego, practica la máxima a conciencia. Pero cuando el baile se convierte en un perreo desenfrenado e insistente la repercusión llega a inquietar, no ya a la familia más royal de la hija de la fallecida Erika Ortiz, sino a cualquier padre, hermano mayor, abuelo, abuela, tío, o tía, Ortiz, Vigo, Rocasolano o Borbón.

Entre el glamour recolocado de sus primas, la infanta Sofía y la princesa Leonor, con sus ojos azul cielo, melenas rubias perfectas, o sus trenzas maravillosas, sus vestidos casi tan bellos como ellas, y el perreo espatarrado de Carla Vigo, con un outfit que no es precisamente impecable, un peinado o peluca que no ha pasado por ningún filtro, y un ambiente en el que no quieres ver a tus hijos ni hijas, o seres queridos, tiene que haber un término medio.
Por encima de normas oficiales estrictas, la última perrería de la aspirante a diseñadora es de todo menos cool. La juerga se perpetró este pasado viernes por la noche. Las insólitas imágenes colgadas en Instagram nos descubren a Carla bailando con frenesí, ataviada con un look que, hay que decírselo una y mil veces, es mejorable. Basta de buenismo o de miedo a las redes: vístete como te parezca pero puedes hacerlo mejor y si quieres ser diseñadora... Los que te digan lo contrario no te quieren y te engañan.

Cuando su amiga Amor Romeira aplaude su bailoteo perreril con fervor, no puede evitar la ex gran hermana mirar a cámara: está pendiente del anuncio que está grabando para su beneficio. Mientras suenan canciones entonadas por las gemelas televisivas, Raquel y Vivi, conocidas popularmente como Las Mellis, Carla lo pasa bien. Magnífico. Pero por favor: escucha a tus seres queridos, tu familia de verdad, la Real y la otra. Y luego haz lo que quieras.

La juerga duró hasta bien entrada la madrugada. Nos cuentan que Carla se entregó hasta el límite, disfrutó de lo lindo, que su noviete se encontraba cerca y que se desataron pasiones incontroladas. Bien, eso es amor.
La sobrina más mediática de la reina le está tomando gusto y ganas a relacionarse con el famoseo. Pero, como ya publicamos en exclusiva en Informalia, las citas familiares más serias, como por ejemplo con sus primas Leonor y Sofía, son muchísimo más discretas y secretas. Suelen verse en la casa de una amiga de Letizia. A muchos nos gustaría saber por qué se esconden.
En su Instagram, la sobrinísima se anuncia como Carla. intense, lo que supone una pista muy significativa de la intensidad que impulsa su vida. Suscribimos las protestas de Carla Vigo ante quienes no muestran más que intolerancia y prejuicios pero que no te dejes engañar por los que te dicen que todo lo que haces está bien.

