Ana Peleteiro regresa a España con una medalla de bronce tras superar tres veces su propio récord personal en los Juegos Olímpicos de Tokio. A sus 25 años, esta gallega de orígenes africanos, que se define así misma como "medio gallega, medio negra" y que abandera una férrea lucha contra el racismo ("no soy una persona de color, soy negra"), ha hecho historia en el triple salto y ha cumplido su sueño, uno que dedica al pueblo que la vio crecer, Ribeira, y a su novio, Nelson Évora.

Y es que Ana encontró en la pista no solo su pasión y su trabajo sino también el amor. Nelson, nacido en Costa de Marfil pero nacionalizado en Portugal, también es especialista en triple salto y se proclamó campeón olímpico en los Juegos de Pekín 2008 y campeón mundial en Osaka 2007. Viven juntos en Guadalajara con sus dos gatas, Kenia y Venus, y su perro, un caniche llamado Tokio. Reparten su tiempo libre entre videojuegos y las series de televisión. ¿Su favorita? Juego de Tronos.

Ana, además, es una apasionada de la cocina. Le encanta la pasta boloñesa, el Celta de Vigo y Rafa Nadal. Nació en Galicia, de madre gallega y padre desconocido. Le gustaría viajar a África para conocer sus orígenes, aunque no tiene intención de buscar a su familia biológica, a la que jamás conoció: "Algún día quiero ser madre y me gustaría poder explicársele mis orígenes a mis hijos". Fue adoptada a los dos días de nacer por una humilde familia de Ribeira; ella maestra, él jefe de Recursos Humanos. "Quiero que todo el mundo lo tenga claro. Mis padres no me adoptaron en Etiopía ni en Kenia, yo nací en Galicia, mis raíces son gallegas, pero la mitad de mis raíces, y se ve, yo soy negra, mulata, tienen que venir de África. Me gusta decir que soy medio gallega, medio negra", dijo durante una entrevista en La Voz de Galicia.

A los seis años soñaba con ser maestra, como su madre, y empezó a destacar en el mundo del atletismo. Su padre, que la había apuntado a clases de ballet, tuvo que dar su brazo a torcer y dejar que la pequeña cambiara el baile por las pistas, donde empezó entrenando dos días a la semana. Con 16 años se proclamó Campeona Mundial Junior de salto y batió la mejor marca europea en unos juegos juveniles. Un año más tarde se mudó a Madrid y entró en el Centro de Alto Rendimiento, fichando por la sección de atletismo del F.C. Barcelona. En 2013, con 18 años, recibió el Premio Princesa de Asturias.

En 2018 logró la medalla de bronce en los Mundiales de Birmingham y el bronce en el Europeo de Berlín. En 2019, el Oro en el Campeonato Europeo en pista cubierta con un nuevo récord de España absoluto y fue elegida la mejor atleta española del año. "¿Dónde tengo la medalla? Pues mira, en la vitrina donde está la vajilla de boda de mis padres. Me dijeron que me harían una estantería y aún estoy esperando. Allí está la pobre, con la sopera", bromeó en Sport.

Ana estudia Ciencias de la Actividad Física y Deporte en la Universidad Politécnica de Madrid. Es muy aficionada a redes sociales, tiene 18 tatuajes, quiere viajar con su familia al Perito Moreno (Argentina), admira a Rosalía y es muy mística: "El día de San Juan me gusta ir a Galicia para lavarme con agua de San Juan. Si no voy, mi madre mete el agua en una botella. Tú te echas colonia todos los días, ¿no? Pues yo mis aguas de San Juan".

