Alonso Caparrós (50) alcanzó la fama antes de los 30 años. El madrileño se convirtió en uno de los presentadores más cotizados del momento a finales de los 90 y principios del nuevo siglo XXI. Sin embargo, cuando se apagaban los focos, comenzaba su otra vida: el infierno de drogas en el que vivió durante 25 años.
El hijo del periodista Andrés Caparrós recuerda en su libro, Un trozo de cielo azul: La verdad sobre cómo lo perdí todo, salvo la esperanza, que se adentró en un mundo de degradación absoluta, visitando cualquier prostíbulo de carretera e incluso llevando a su hija Claudia a comprar droga cuando tan solo era un bebé.

Fueron muchos años oscuros, una época que aún tiene reminiscencias en el tic de su ojo, un gesto continuo que le recuerda aquella etapa de adicciones y excesos, una terrorífica espiral de la que logró salir gracias a la ayuda de unas monjas que atendían a niños enfermos en Filipinas. Ellas le cambiaron la vida, tal y como desvela Alonso en su libro.
Así lo cuenta en el semanario católico Alfa y Omega: "Aquellas monjas de la Fundación Juan Bonal, en la misión Elsie Gaches de Filipinas, me cambiaron la vida. Y me la cambiaron ellas. Su Dios también, pero sobre todo ellas. Sus actos, su forma de vida, me ayudaron a darme cuenta de muchas cosas. Es la entrega de la existencia. Desde el primer segundo del día hasta que termina, están enteramente dedicadas a los demás. Eso es muy digno y dice mucho del ser humano. Para mí, ellas son la verdadera religión, la que se transmite con el ejemplo, con los actos, con la entrega de absolutamente todo el tiempo de su existencia", explica.

El presentador reconoce que le dieron una lección de vida y que, desde entonces, trata de seguir sus enseñanzas: "Es mi proceso y esto quiero recalcarlo. El libro no es una guía universal. Cada uno tiene que encontrar su propio camino y en el libro cuento el mío. La visita, el contacto con las monjas, fue clave e imprescindible para mí. De hecho, a día de hoy sigue siendo la singladura de mi vida. Es decir, mi propósito en la vida no es solo trabajar, que es necesario. Mi objetivo es seguir ahondando en mi parte espiritual y seguir cultivándola", asegura.
El tertuliano de Sálvame reconoce que hace tiempo que "no hablo con ellas", pero sí mantiene contacto "con su entorno". Espera volver a verlas: "Me hablan de ellas y a ellas les hablan de mí. Tengo muchas ganas de volver para llevarles mi libro, para darles las gracias y para volver a absorber aquella magia que conocí en la misión", señala.

Con la ayuda de las monjas filipinas, Caparrós pudo recuperar las riendas de su vida y dejar atrás las adicciones. Volvió a la televisión y fichó por Mediaset. En la actualidad, es feliz junto a Angélica Delgado, quien está muy pendiente de su salud, y pasa todo el tiempo que puede con sus dos hijos, Claudia y Andrés.