La primera regla para vender una casa es mostrar en el portal inmobiliario correspondiente imágenes lo suficientemente atractivas que ayuden a convencer a futuros compradores. Pero a Raquel Mosquera se le debe haber olvidado esa premisa, porque en las fotos del chalet que anuncia para la venta más parece la casa del "horror" que la del confort. Un desastre.
Habitaciones desordenadas, salón adornado con juguetes, puertas desconchadas, cristales sucios… un galimatías que no ayuda lo más mínimo para atraer la atención de posibles interesados.
Raquel no tiene en cuenta los detalles, pasa olímpicamente de las formalidades, sus problemas económicos le tienen agobiada y necesita deshacerse lo antes posible de su chalet para hacer frente a sus múltiples deudas. Aun así, aunque le pagaran los casi quinientos mil euros que pide por el casoplon, nos dicen que no tendría suficiente para liquidar todo lo que debe.
Buena culpa de su mal estado de salud la tiene la depresión en la que se rumorea que ha caído. Sus negocios no funcionan como le gustaría, la peluquería del Burgocentro de Las Rozas arrastra pérdidas importantes, al igual que la cafetería que tiene con su marido Isi en Móstoles. Y Raquel se siente desesperada e impotente para ajustar sus cuentas.