Celoso hasta el límite y posesivo sin freno, José Luis Moreno llegaba a contratar detectives para que espiaran a sus amigos más 'íntimos'. Los consideraba de su propiedad y no permitía que tuvieran el menor flirteo con nadie. Curiosamente, una de sus frases favoritas era "soy leal, pero no fiel". Una frase que no servía para los chicos que pasaban por su casoplón, a los que presuntamente prometía el oro y el moro a cambio de su cariño.
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Muy pocos duraban a su lado, los usaba como un kleenex y se deshacía de ellos cuando se encaprichaba con otros. Uno de esos jóvenes musculosos, que atiende a las iniciales J. L., habla para Informalia: "No quise acceder a sus peticiones y me insultó gravemente. Ese hombre se cree dueño y señor de todo y de todos. Recuerdo a un chico canario que salió con él un tiempo y acabó con una depresión terrible que presuntamente le empujó al suicidio".
El isleño en cuestión se llamaba Tino y llegó a compartir al ex ventrílocuo con una relación con una chica a la que conoció, precisamente, en uno de los programas de José Luis. Cuando este descubrió el doble juego, renegó de su íntimo amigo para siempre. Fue un detective el que le informó de que Tino salía con una mujer. Y de ahí al ostracismo más profundo. Desde ese momento se acabaron las carantoñas, los carísimos regalos, los relojes y joyas de lujo… A los pocos días, Moreno ya tenía un sustituto.
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