Me lo comenta una funcionaria del Ministerio de Igualdad muy cercana a la titular de la cartera, Irene Montero: "A la jefa le gustaba más su novio con coleta que sin ella. Ahora dice que ha perdido un signo de identidad".
En las últimas semanas, Pablo Iglesias debe estar recluido en un destino insospechado, haciendo examen de conciencia tras su fracaso en las elecciones autonómicas madrileñas. Anda desaparecido, sus vecinos de La Navata agradecen su ausencia. Y los de la exclusiva urbanización de Valdelagua temen que se convierta en un nuevo vecino. Porque, dicen, se le ha visto por allí buscando casa.

Al denominado por muchos como "la costra de la casta" se le ha olvidado un pasado unido al barrio obrero de Vallecas y busca amistades poderosas que encajen en su alto nivel de vida.
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Alberto es un vallecano de toda la vida, socio del Rayo y conocedor de la vida anterior del ex vicepresidente: "No le vemos por aquí desde que dejó el barrio, nos ha decepcionado con su rechazo a sus principios, sus palabras solidarias se las llevó el viento. Quién le ha visto y quién le ve… Este Pablo no tiene semejanza con el que desembarcó en Política. Hoy parece un señorito de casa bien…".
Las malas lenguas apuntan incluso a que Irene y su Pablo podrían estar pasando una crisis sentimental, ni se les ve juntos ni se les intuye. Algo pasa en Villa Podemos, pero, fiel a su costumbre, los calificados jocosamente como "Marqueses de Galapagar" no sueltan prenda.
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