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El curioso caso de Iker Casillas: del beso televisado a sus pataletas contra la prensa

Iker Casillas tiene un problema con la prensa. A sus 40 años recién cumplidos parece que no madura. Más bien al contrario: con el tiempo se aleja de la seriedad que ha caracterizado su carrera y se hace un poco niñato, como aquel Benjamin Button de la película de Brad Pitt.

El mostoleño se reúne con periodistas del corazón, les cuenta su vida, cómo se siente y un montón de cosas, y luego, cuando ve sus palabras a color, monta unos pollos como mínimo sospechosos. Porque ya le había pasado antes. Pero ya está bien de meterse con la prensa porque, hasta una leyenda viva del deporte es un ser humano y puede comportarse como un crío caprichoso una tarde y luego patalear. A Iker hay que perdonarle todo. 

Pero eso no significa que no haya motivos para felicitar a Diez Minutos, la revista que lleva a su primera página la entrevista firmada por el reportero Jordi Martín. Para empezar porque el semanario cumple 75 años y eso hoy en día es como para hacerle la ola a cualquier cabecera del planeta.

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Pero es que, además, las palabras que recoge la publicación, pronunciadas por el mejor guardameta que ha tenido nuestra Selección, son oro en barras si tenemos en cuenta que Iker es, además de un deportista de los que marcan una época, un personaje que se zambulló voluntariamente en la crónica rosa cuando, en un admirable ataque de amor, agarró a Sara Carbonero, la reportera que le entrevistaba ante el mundo entero en la final del Mundial de Sudáfrica, y le plantó un beso que es tan historia de España como el grito de Rodrigo de Triana cuando el 11 de octubre del año de 1492, a bordo de La Pinta, gritó Tierra. 

Sí, el 11 de julio de 2010, en el Estadio Soccer City de la ciudad de Johannesburgo, Iker Casillas se consagró como un mito mucho más allá de sus gestas parando tiros imposibles de detener (como alguno que nos dio el Mundial) porque después del derrotar a los neerlandeses por la cuenta mínima, con el gol de Andrés Iniesta, conseguido sobre el final del tiempo suplementario a los 116 minutos de juego, llegó el postre del paroxismo patrio: el amor de la bella reportera y el héroe de La Roja que exhibía con gran entusiasmo ante la Humanidad su alegría no solo por ganar el Mundial sino por ser correspondido en el amor.

Aquello convirtió a los Carbonillas (pareja formada por Carbonero y Casillas) en el top de la crónica rosa.  Fueron felices, tuvieron dos hijos y comieron perdices. Contratos publicitarios, trabajos con sueldos envidiables, asistencia a actos elegantes, cambios profesionales.. Y se casaron. En la riqueza y en la pobreza. En la salud y en la enfermedad. El propio Iker volvió a entregar a sus fans el obsequio de su sonrisa desde la intimidad de su cama del hospital donde le trataron el corazón cuando le pasó lo que le pasó. 

Vinieron los sustos: el infarto de Iker y el cáncer de Sara. Afrontaron juntos las desgracias a la vez que su amor, patrimonio de la Humanidad, se rompía de tanto usarlo. Y tras muchos rumores de divorciaron. Con esta historia, Iker se echa las manos a la cabeza cuando la gente, adicta a su vida y a la de su ex mujer desde que nos inocularon la droga de su beso televisado, quiere saber si son felices cada uno por su lado, si se ven, si no se ven; cómo están de ánimo, de salud... 

Y de repente, en una portada, muy bien confeccionada por cierto, Iker corresponde a sus fans con una dosis de su droga: "Estoy agotado física y mentalmente". Como para no leerlo.

Por supuesto, Iker tiene derecho a la intimidad, y a negar que haya concedido esa entrevista cuando la ha visto. Pero no es verosímil que no la concediera, que no pronunciara esas palabras. Más bien parece que al verla ha reculado y ha decidido echar la culpa al mensajero. Porque una tarde, como aquella tarde del beso, se arrancó y se abrió a un reportero (al que conoce muy bien) y se marcó la rajada. Y una mañana, ya sin el calentón, resolvió que no quedaba bien la rajada. Pues no Iker: ya tienes 40 años. Y resulta que no es la primera vez que lo haces.

Ya ocurrió con otra entrevista que concedió a Gustavo González, para Semana en aquella ocasión. Y trató de hacer lo mismo. "No he estado con Sara todo lo que debería", dijo Iker antes de arrepentirse como ahora.

Pero Iker, a lo hecho pecho. Tomamos nota de lo que dice Casillas: "Rotundamente falso que haya dado unas declaraciones a esta revista", escribe en Twitter. Es su versión. 

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