Papá a medias, generoso con unos y tacaño con otros. Jesulín de Ubrique, padre del culebrón que ha vertebrado a la España del cotilleo desde hace más de dos décadas, mide con distinto rasero a sus dos hijas.
Lo que le da a la una se lo niega a la otra. Jesulín de Ubrique se desvive por Julia Janeiro pero ningunea a Andrea; pero es que la primera es fruto de su feliz y duradero matrimonio con María José Campanario, mientras que su primogénita nació de las entrañas de la eterna ex del torero gaditano. Y aquí sale la fiera que lleva dentro Belén Esteban, la madre coraje de esa Andreita a la que le costaba comerse el pollo. Resulta que Jesulin le ha puesto piso en Madrid a Juls, como se la conoce en las redes sociales, y la ex princesa del pueblo, hoy reconvertida en empresaria de gazpacho (muy bueno, por cierto), pide a voz en grito otro piso para su Andrea, que para eso las chicas son hermanas y deberían tener los mismos derechos. El inmueble en cuestión parece ser que es propiedad del mediático papaíto, y lo realquila a coste cero a su niña del alma.
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De momento, Jesús calla y se hace el tonto, su Juls es su ojito derecho, mientras que la otra siempre será la otra aunque lleve su sangre. Es casi una desconocida, porque el así lo ha querido. Y a Belén le enerva. La madre coraje saca enseguida su frase de cabecera: "Yo por mi hija ma-to". Pero tal vez no se da cuenta de que basta con pedirle algo al de Ubrique para que éste no se lo conceda. Y menos si lo solicita en directo públicamente desde un programa de televisión.
Pero ahora viene la parte sanitaria. La Esteban se convierte en improvisada samaritana al mandarle un mensaje de ¿cariño? a María José Campanario, con la que no hace buenas migas. Resulta que se enteró de que la actual esposa de su ex se ha recuperado tras su paso por un hospital y, ni corta ni perezosa, deja la rabia a un lado y se congratula de la mejoría. ¿Pacto de ni agresión?